martes, 23 de abril de 2024

“EL DIARIO DE NOEL”

Hay un cierto tipo de comedias estadounidenses muy identificadas con el cine clásico norteamericano; que resaltan valores como el amor, la verdad y la amistad; y que plantean las historias en forma amable, incluso para la resolución de conflictos y traumas personales. En esta línea se inscribe “El Diario de Noel” (2022), cinta dirigida y escrita por el cineasta estadounidense Charles Shyer; que está basada en la novela homónima del escritor norteamericano contemporáneo Richard Paul Evans y que cuenta la historia de dos personajes que intentan superar momentos complicados de su infancia: Jake Turner (Justin Hartley), un exitoso escritor de novelas que vuelve al hogar paterno, a raíz de la muerte de su madre; y una intérprete de idiomas, Rachel Campbell (Barrett Doss), que anda buscando el rastro de su madre biológica y que trabajó como nana en la casa de los Turner. Shyer, de 82 años, había dirigido anteriormente siete largometrajes: “Diferencias Irreconciliables” (1984), “Baby, Tú vales Mucho” (1987), “El Padre de la Novia” (1991), “Me Gustan los Líos” (1994), “Vuelve el Padre de la Novia” (1995), “El Misterio del Collar” (2001) y “Alfie” (2004); casi todas comedias con las mismas características que señalamos en el primer párrafo; a las cuales habría que sumarle una acertada dirección de actores y un buen manejo del ritmo narrativo en el desarrollo del argumento, que generalmente gira en torno a la posibilidad de encontrar y entregarse al amor de pareja y a la reconciliación con la historia familiar. En “El Diario de Noel” estas líneas argumentales son el esqueleto de la cinta. Jake no se ha visto en 35 años con su padre, Scott (James Remar); del cual tiene noticias por la vecina de su madre, Ellie (Bonnie Bedelia); y al cual visitará acompañando a Rachel, que desea tener noticias de su madre, Noel (Essence Atkins), la cual la dio en adopción siendo muy pequeña. Estos conflictos y el encuentro entre Jake y Rachel son presentados en forma fluida y natural por Shyer, recordando el cine del clásico Frank Capra. No por nada se muestran unos segundos en una televisión del filme “¡Qué Bello es Vivir! (1946) de Capra, en que James Stewart interpreta al inolvidable George Bailey; y que es una de las cintas obligadas para ver en Navidad.

“RASTRO OCULTO”

Hay muchos directores de cine que provienen de la televisión, experiencia fundamental para llegar a la pantalla grande con un sólido oficio, especialmente en la dirección de actores y en el desarrollo de la estructura narrativa del filme, sobre todo cuando se trata de películas cuyo principal sostén es el guion, el suspenso y la resolución de misterios ligados a casos policiales. Esto ocurre con “Rastro Oculto” (2008), cinta dirigida por el cineasta estadounidense Gregory Hoblit; que relata la investigación de crímenes asociados a un sitio web y que resultan difíciles de rastrear, incluso para una división especializada del FBI. Hoblit, de 79 años, desarrolló una larga carrera, entre 1983 y 1994, en la televisión, previa a dirigir en el cine. Antes de “Rastro Oculto” realizó cinco largometrajes: “Las Dos Caras de la Verdad” (1996), “Fallen” (1998), “Frequency” (2000), “La Guerra de Hart” (2002) y “Crimen Perfecto” (2007); todos ellos ligados al mundo de la actividad criminal y sus vericuetos investigativos y legales, género que maneja acertadamente. En “Rastro Oculto”, la protagonista es la agente del FBI Jennifer Marsh (Diane Lane); que junto al agente Griffin Dowd (Collin Hank), se especializan en crímenes cibernéticos más o menos comunes; hasta que aparece un asesino, que transmite en directo los delitos y que hace participar a los que se conectan, ya que la velocidad de la muerte de las víctimas aumenta con el número de visualizaciones. Aquí radica el interés y la gracia de la cinta. Porque a partir de la mitad del filme, el espectador conoce al asesino, Owen Reilly (Joseph Cross); y lo que concite la atracción es la morbosidad del público, que es fundamental en la crueldad de los crímenes; y en el avance de la investigación, en la cual también es clave el detective Eric Box (Billy Burke), que desarrolla una relación de amistad con Jennifer. El gran acierto del filme no es sólo la línea investigativa y la modalidad de los crímenes, sino el suspenso que origina la elección de las víctimas y cómo se va cerrando el cerco en torno al desquiciado asesino.

“EL SALARIO DEL MIEDO”

Hacer un remake de una cinta clásica, que por lo demás ya tuvo una primera nueva versión de gran nivel, es una tarea cuesta arriba; y más aún si el reparto no está a la altura de ninguna de las cintas anteriores, el resultado puede estar muy por debajo de lo que significa una osadía como ésta. Esto es lo que ocurre con “El salario del Miedo” (2024), cinta dirigida, escrita y producida por el cineasta francés Julien Leclercq; y que es una adaptación de la cinta del mismo nombre, que dirigió en 1953 Henri-George Clouzot, basada en la novela homónima de George Arnaud, y como Ives Montand en el rol estelar. Esta película ya había tenido en remake más que afortunado, en 1977, bajo la dirección de William Friedkin, con las actuaciones de Roy Scheider y Francisco Rabal. La versión original consistía en que un grupo de sujetos no muy santos debían transportar dos camiones con nitroglicerina por los Andes sudamericano, para hacer explotar un pozo de petróleo y apagarlo. En esta nueva versión, deben atravesar el desierto de un país árabe, de habla francesa, atestado de mercenarios y soldados corruptos, pero con el mismo objetivo central. El problema es que en este caso los personajes carecen de profundidad, por lo tanto el conflicto no tiene un dramatismo creíble; y el filme se queda en una seguidilla de escenas de acción, que no logran entusiasmar al espectador ni menos identificarse con los personajes, como ocurre en las dos versiones citadas, a pesar de que no son de los trigos muy limpios. Leclercq, de 44 años, en todo caso, no es ningún novato; ya que había dirigido siete largometrajes: “Chrysalis” (2007), “El Asalto” (2010), “Gibraltar” (2013), “Atracadores” (2015), “Lukas” (2018), “La Tierra y la Sangre” (2020) y “Centinela” (2021); todas películas de acción bien resueltas y con oficio. Pero hacer un remake de “El Salario del Miedo” son palabras mayores. Primero queda de manifiesto que el reparto es fundamental. Los hermanos Fred (Franck Gastambide) y Alex (Alban Lenoir), a cargo de los camiones; la doctora Ana (Ana Girardot) y el jefe mercenario Gauthier (Sofiane Zermani) son personajes complejos y que van sufriendo importantes desafíos y transformaciones, que estos actores no logran encarnar y que el director tampoco consigue provocar.

“DESCANSAR EN PAZ”

A veces crisis personales y familiares coinciden con situaciones extremas que ocurren en el entorno de la ciudad en que viven los protagonistas de la situación que se está atravesando y proyectando en un filme. Esto nos plantea “Descansar en Paz” (2024), cinta escrita y dirigida por el cineasta argentino Sebastián Borensztein; que relata la crisis financiera del pequeño industrial Sergio Dayan (Joaquín Furriel), a punto de caer en la quiebra y que resulta herido en el atentado de 1994, en Buenos Aires, a la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), en el cual murieron 85 personas; hecho que determinará el resto de su existencia. Borensztein, de 60 años, había dirigido anteriormente cinco largometrajes: “La Suerte Está Echada” (2005), “Sin Memoria” (2010), “Un Cuento Chino” (2011), “Capitán Koblic” (2016) y “La Odisea de los Giles” (2019); que lo han convertido en uno de los directores más interesantes de la nueva generación de cineastas del país vecino. En “Descansar en Paz” ratifica esa valoración, sobre todo en los primeros tres cuartos del filme, cuando construye de buena manera la situación familiar de Sergio y su esposa Estela (Griselda Siciliani); junto a sus dos hijos, Florencia de trece años; y Matías, de siete, que ven a su padre como su héroe y su proveedor ideal; sin saber que su empresa está a punto de quebrar y que tiene deudas insostenibles con una financiera matonesca, que dirige Hugo Brenner (Gabriel Goity), llevando una vida irreal, con un alto estándar, como muchos en la Argentina de esos tiempos. El atentado a la AMIA, del cual Sergio es una víctima casual, le permitirá efectuar un cambio radical en su vida, dándolo por muerto, y emigrando secretamente a Paraguay, en lo que será el último tercio de la película; y donde se perciben algunos problemas en el guion; ya que el protagonista toma decisiones arbitrarias y que no se justifican plenamente, de acuerdo a la evolución de los acontecimientos previos y de la propia personalidad de Dayan, que había manifestado un amor profundo por su familia y principalmente por sus hijos. El personaje desencajado de los últimos minutos nada tiene que ver con el sólido protagonista de la primera parte de la cinta.

jueves, 28 de marzo de 2024

“SHIRLEY”

Hay un cine independiente que recoge cada vez más historias que tienen que ver con los territorios y con las luchas sociales y políticas, por temas de género y de etnias, y que vienen ganando espacio lentamente en las audiencias masivas. “Shirley” (2024), cinta dirigida, escrita y producida por el cineasta estadounidense John Ridley; pertenece a esta tendencia; ya que cuenta la historia de Shirley Chisholm (Regina King), una de las primeras diputadas negras del país del norte y que fue precandidata a la presidencia de la república en 1972 por el Partido Demócrata, con todas las dificultades que eso pudo implicar, en un país tan racista y machista. Ridley, de 59 años, había dirigido cuatro largometrajes: “Sangre Fría” (1997), “Jimi: Todo es por mi Lado” (2013), el documental “Déjalo Caer: Los Angeles 1982-1992” (2017) y “Needle in a Timestack” (2021); en los cuales demuestra un interesante manejo del lenguaje cinematográfico y una preocupación por temas culturales y socio-políticos de la etnia afroamericana. En “Shirley” nos muestra precisamente la red de colaboración que construye primero para llegar a ser diputada y luego su crecimiento para ser la primera precandidata de color a la Presidencia. Aquí destacan el apoyo de su esposo, Conrad (Richard Cherrie); de Arthur Hardwick Jr. (Terrence Howard), de Wesley Holder (Lance Reddick); del abogado blanco Robert Gottlieb (Lucas Hedges) y de Bárbara Lee (Christina Jackson); los cuales, gracias a ella, lograron con los años importantes carreras políticas y profesionales. Porque, aunque finalmente no logró ser candidata, marcó una huella y un modo de hacer política, transparente y comprometida con el pueblo, que fue una verdadera escuela para sus colaboradores y un hito en la historia de Estados Unidos. En este sentido, es un ejemplo de valores, la visita que realizó al Gobernador George Wallace (W. Earl Brown), luego de que éste sufriera un atentado, a pesar de ser su contrincante político. También la cinta es un crudo retrato del modo que se negocian los acuerdos al interior de un mismo partido, por intereses cortoplacistas, como lo hicieron los diputados Walter Fauntroy (André Holland) y Ron Dellums (Dorian Missick), a pesar de haberle prometido sus votos a Shirley en la carrera presidencial.

“DAMSEL”

Son pocas las películas, cuyo objetivo principal es la entretención, que alcanzan un nivel estético interesante; lo cual no tiene por qué ser una regla, ya que una cinta bien construida y con buen uso del lenguaje cinematográfico, más allá del tema que trate y la historia, siempre resulta agradable al espectador atento y sensible. Lamentablemente “Damsel” (2004), cinta dirigida por el cineasta español Juan Carlos Fresnadillo, cae dentro del primer grupo, es decir cintas meramente de entretención, lo que antiguamente se conocía como filmes de matiné, a la que se acostumbraba llevar a los niños y preadolescentes para que salieran a tomar un poco de aire y no molestaran tanto en la casa. Fresnadillo, de 56 años, en todo caso, no es ningún principiante. Ya había dirigido tres largometrajes; “Intacto” (2001), “28 Semanas Después” (2007) e “Intrusos” (2011); por lo cual, al parecer, para volver a la dirección tuvo que aceptar este proyecto bastante comercial, de cine de fantástico. El personaje central es Elodie (Millie Bobby Brown), hija mayor de Lord Bayford (Roy Winstone), señor feudal cuyo pueblo está sumido en la pobreza y pasando hambre; por lo que recibe con alegría la oferta de casarla con el príncipe Henry (Nick Robinson), heredero de un poderoso y rico reino vecino, que es conducido por la reina Isabel (Robin Wright) y el Rey Roderick (Milo Twomey). La familia de Elodie; que completan su madrastra, Lady Bayford (Angela Bassett) y su hermana menor, Floria (Brooke Carter) viajan encantadas a la boda, sin saber que a Elodie la espera un terrible destino, asociado a un temible y vengativo dragón. Hasta ahí, todo más o menos bien para una cinta liviana, de aventuras y con mucho colorido; pero con el correr de los minutos, con el enfrentamiento entre Elodie y el dragón, la primera se va convirtiendo en una verdadera guerrera amazona; hasta llegar al punto de asociarla más con un personaje de historieta, una súper heroína; que con una persona de carne y hueso, como se pretendía en la introducción de la película, cuando aparecía preocupada por los pobres sin alimento del feudo de su padre, cortando ella misma la leña para poder calentarlos y cocinar.

“OPERACIÓN MONUMENTO”

El guion es uno de los elementos claves en el lenguaje cinematográfico, a pesar de que los puristas indican que el montaje y el uso de la cámara son factores más específicos de la lingüística audiovisual. Efectivamente, el guion tiene un origen literario; pero la estructura narrativa de una cinta y la historia que la justifica son fundamentales en el interés de la misma; como factores iniciales para una buena filmación y una posterior y determinante edición de la película. Esto queda clarísimo en “Operación Monumento” (2014), cinta dirigida, escrita y producida por el cineasta y actor estadounidense George Clooney y que está basada en el libro “The Monuments Men” de Robert M. Edsel y Bret Witter; y que relata el trabajo que realizó la Comisión de Monumentos, Bellas Artes y Archivos de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y cuyo principal trabajo fue recuperar la mayor cantidad posible de obras de arte que se robaron los alemanes, durante las invasiones que realizaron en Europa, para devolverlas a sus legítimos dueños. Clooney, de 62 años, ha desarrollado una interesante carrera como director, con cintas como ”Confesiones de una Mente Peligrosa” (2002), “Buenas Noches y Buena Suerte” (2005), “Los Idus de marzo” (2008), “Suburbicon” (2017), “El Bar de las Grandes Esperanzas” (2021) y “Los Chicos en el Bote” (2023), entre otras; donde claramente su intención es rescatar pequeños relatos épicos o historias alternativas a los grandes hitos militares y políticos del siglo XX y del acontecer reciente. “Operación Monumento” responde a esta misma lógica. Un grupo de profesionales del arte y la arquitectura vuelve a vestir de militar, pero esta vez para intentar recuperar valiosas obras de arte, como la “Madona de Brujas” de Miguel Angel o el políptico de Gante de los hermanos Van Eyck. A cargo del teniente Frank Stokes (George Clooney), el equipo lo integran los estadounidenses James Granger (Matt Damon), Richard Campbell (Bill Murray), Walter Garfield (John Goodman) y Preston Savitz (Bob Balaban); el inglés Donald Jeffries (Hug Bonneville) y el francés Jean Claude Dermont (Jean Dujardin), en una combinación de pasión y compromiso, que emociona al espectador; y que tuvo la ayuda clave de la conservadora del Museo Jeu de Paume, Claire Simone (Cate Blanchett).