martes, 16 de septiembre de 2025
“GRAND TOUR”
Pocas son las ocasiones que tenemos de ver cine portugués de la mejor calidad, en una cinematografía que ha dado importantes cineastas como Manoel de Oliveira, Antonio Reis y Pedro Costa, entre otros.
En esta oportunidad “Grand Tour” (2024), dirigida y escrita por Miguel Gomes; que por lo demás realiza una exquisita fusión con elementos del cine clásico y del cine más moderno, mezclando aspectos y técnicas del documental, de la ficción, a través del viaje y del onirismo.
Gomes, de 53 años, había dirigido cinco indispensables largometrajes: “La Cara que Mereces” (2004), “Aquel Querido Mes de Agosto” (2008), “Tabú” (2012), la trilogía “Las Mil y Una Noches” (2015) y “Diarios de Otsoga” (2021), transformándose en uno de los directores más importantes de su país y de Europa.
“Grand Tour” viene a ratificar ese prestigio, a través de una historia bastante singular, contada con elementos del teatro y de la literatura; pero especialmente del lenguaje cinematográfico, que deslumbra al espectador exigente y sensible.
El protagonista de la primera parte es Edward (Gonzalo Waddington), un funcionario de la embajada de Gran Bretaña en Rangún, Birmania, en 1917; que huye de su prometida, Molly (Crista Alfaiate), con la cual se iba a casar después de siete años de noviazgo, pero sin que se hubieran visto en ese tiempo, primera contradicción de su surreal relación.
En este escape, Edward realiza lo que en el siglo XX se conocía como el grand tour del sudeste asiático: Tailandia, Vietnam, Filipinas, Japón y China; en un viaje cargado de imágenes y emociones. En principio, los sueños son en colores y los desplazamientos en blanco y negro; con un narrador en el idioma de cada país, que va contando lo que no ve el espectador; con una gran participación del teatro de las sombras y de marionetas, elementos fundamentales en la cultura oriental. En la segunda parte, la protagonista es Molly que, decidida, va tras de Edward para cazarlo. Enfermiza, recibe la ayuda de un rico admirador, Timothy (Claudio da Silva) y de su criada, Ngoc (Lang Khe Tran), que la acompaña lealmente. En esta procesión, los elementos mágicos se multiplican, con una importancia radical de la música, como en todo el cine de Gomes.
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