martes, 16 de septiembre de 2025
“GLADIADOR II”
Hay un escaso grupo de directores que mezclan hábilmente en sus películas un estilo personal con un gusto más masivo, lo que provoca que sus trabajos sean éxito de taquilla y también gocen del respeto general de la crítica.
El cineasta británico Ridley Scott es uno de estos realizadores y su último estreno, “Gladiador II” (2024), dirigida y producida por él, es una de sus cintas en las cuales combina con acierto el desarrollo de los personajes, y su evolución narrativa, con escenas multitudinarias, donde la acción y la adrenalina dominan la pantalla.
Scott, de 77 años, ha dirigido cerca de treinta largometrajes y desde el comienzo alternó el cine más personal con el más comercial, pero siempre con una factura impecable. Su primer largometraje, “Los Duelistas” (1977), basado en una obra de Joseph Conrad, lo destacó de inmediato. Luego vinieron algunas cintas notables, que reunían estos atributos, como “Allien, el octavo pasajero”, “Blade Runner”, “Thelma y Louise”, “Gladiador” (2000), “Hannibal”, “Gangster Americano”, “Allien: Covenant” y “Napoleón”, entre otras.
En “Gladiador II” repite la fórmula. De partida, es una secuela de una de sus cintas más reconocidas, tanto por el público como por la crítica. En esa oportunidad, el protagonista, Maximus, general romano, fue interpretado por un inolvidable Russell Crowe, elemento clave en su éxito. En esta oportunidad, el protagonista es su hijo, Lucio (Paul Mescal), que no tiene la contundencia de su progenitor. Aquí la fuerza dramática se reparte en los roles secundarios del general Acacio (Pedro Pascal), del dueño de gladiadores Macrinus (Denzel Washington) y de la madre de Lucio, Lucila (Connie Nielsen), que intervienen en el conflicto central: el retorno de Lucio a Roma como gladiador, ya como adulto, desde el derrotado reino de Numidia, donde vivía hasta entonces.
Esta rápida transformación de Lucio es lo que menos convence del filme. Su único norte era vengar a su esposa, muerta por el ejército romano; y sorpresivamente entiende a Acacio, aunque no logra evitar su muerte en la arena. Lo que resulta mucho más creíble es la inconsistencia del Senado, ejemplificado en el títere Thraex (Tim McInnerny); y la brutalidad de los emperadores, los hermanos Geta (Joseph Quinn) y Caracalla (Fred Hechinger).
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