viernes, 18 de julio de 2025
“BABYGIRL”
La sexualidad ha dejado de ser un tema tabú en muchas familias y especialmente en los jóvenes, que lo asumen como un tema bastante normal, como algo que hay que vivir sin tanta culpa y como una manera de conocer mejor a su pareja y proyectar hasta dónde pueden llegar juntos.
“Babygirl” (2024) cinta dirigida, escrita y producida por la cineasta holandesa Halina Reijn; nos relata el encuentro entre una madura alta ejecutiva, con una sexualidad reprimida, Romy (Nicole Kidman) y un joven y atractivo pasante en la empresa, Samuel (Harris Dickinson), aparentemente muy seguro de sí mismo en lo corporal. Muy bien contada, la película sumerge al espectador, desde las primeras imágenes, en un mundo en el cual la sexualidad es fundamental. Romy hace el amor con su esposo, Jacob (Antonio Banderas), director teatral; y pareciera que fueran felices en el tema erótico.
Reijn, de 49 años, dirigió anteriormente dos largometrajes: “Instinto” (2019) y “Muerte, Muerte, Muerte” (2022), en las cuales el tema de la sexualidad también está presente, configurándose en una marca de estilo de la realizadora; pero siempre en relación con los alcances morales que tiene el tópico.
En “Babygirl” el interés central está en la insatisfacción sexual de Romy, la que la lleva a sufrir una atracción inmediata por Samuel, el cual le coquetea abiertamente, al llegar la empresa, líder en robótica y automatización, como espejo de la vida moderna y despiadada, en que están insertos los protagonistas. En un momento, Romy intenta que su marido la satisfaga como ella necesita, pero el machismo de Jacob es superior y no ve las señales; lo que gatilla la relación clandestina de su mujer; que no teme poner en riesgo el matrimonio, a pesar de tener dos hijas: la adolescente Isabel (Esther McGregor), que repara en su crisis; y la menor Nora (Vaughn Reilly), que se mantiene inocente de la situación.
En Romy se configura un ser femenino en franca lucha por vivir con libertad su cuerpo. Samuel, por su parte, intenta por todos los medios satisfacerla, jugando con el sometimiento y la sumisión, en una dialéctica que tiene que ver con la libertad y el cumplimiento de modelos de lo femenino y lo masculino, que van mutando con el tiempo, pero que igual siguen siendo patrones a seguir.
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