martes, 10 de diciembre de 2024

“APRENDER A SOLTAR”

Una de las premisas de un buen guion cinematográfico es que los personajes evolucionen y desarrollen lo que se llama un arco desde el inicio del filme hasta el desenlace, ya sea positivo o negativo. Esto se grafica muy bien en “Aprender a Soltar” (2024), cinta dirigida, escrita y protagonizada por la cineasta sueca Josephine Bornebusch; que narra la transformación que sufre una familia en crisis, en la que el matrimonio conformado por Stella (Josephine Bornebusch) y el psicólogo Gustav (Pal Sverne Hagen) está a punto de divorciarse; lo que también se refleja en el estado psíquico de sus dos hijos: la adolescente Anna (Sigrid Johnson) y el pequeño Manne (Olle Tikkakoski), ambos con claras manifestaciones de enojo y frustración. Bornebusch, de 43 años; con una importante carrera previa como actriz, ha dirigido además dos largometrajes: “La Agencia de Detectives de Lassermajas” (2018) y “Orca” (2020), desconocidas en Chile; lo que puede revertirse en el futuro, debido al interés que ha despertado “Aprender a Soltar” en nuestro país. En “Aprender a Soltar” la crisis matrimonial de los protagonistas es tal que Gustav ya tiene un amorío secreto con una colega hace meses y Stella tiene cáncer y no se lo ha contado a su esposo. Por voluntarismo de ésta, logra que los cuatro viajen a otra ciudad donde Anna participará en una competencia de pole dance o baile del caño, la mayor motivación de la joven en esta etapa de su vida; lo que no es comprendido por sus padres en un principio. En la misma ciudad de la competencia viven los padres de Gustav, Astrid (Tone Danielsen), con la cual se lleva pésimo; y Arild (Niklas Falk), que está en silla de ruedas, parapléjico. Como se ve la historia no puede ser más penosa en un comienzo, pero va cambiando lentamente, a partir de que Stella aprende a soltar y de Gustav asume un rol más efectivo de padre y de compañero. Cada uno de los personajes, en el encuentro y en el diálogo, van aportando a que la familia se reconstituya como tal; logrando emocionar al espectador; lo que permite incluso que el cáncer de Stella sea asumido con una perspectiva más amable y no ya como una tragedia que, antes, habría aniquilado al grupo.

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