jueves, 13 de julio de 2023
“EXPRESO DE MEDIANOCHE”
Hay películas en que el grado de identificación del espectador con el protagonista es tan fuerte, que dicha cinta permanece en la memoria eternamente; y que cada vez que se la revisiona, se reviven las sensaciones que se tuvieron en la primera proyección. Esta identificación generalmente se produce porque el personaje principal vivió situaciones de injusticia importantes o porque las situaciones que vivió están tan bien retratadas, que el público puede sentirlas como si estuviera en su lugar.
Todo esto ocurre con “Expreso de Medianoche” (1978), cinta dirigida por el cineasta británico Alan Parker (1944-2020), con guion de Oliver Stone y basada en el libro homónimo de William Hoffer y Billy Hayes; y que cuenta las penurias reales vividas por este último, durante los más de cinco años que estuvo preso en Estambul, Turquía; por el tráfico de hachís que intentó hacer cuando se embarcaba en un avión junto a su novia, hacia Estados Unidos.
Parker dirigió catorce largometrajes, entre los que destacaron “Bugsy Malone” (1976), “The Wall” (1982), “Birdy” (1984), “Arde Mississippi” (1988), “The Commitments” (1991), “El Balneario de Battle Creek” (1994), “Las Cenizas de Angela” (1999) y “La Vida de David Gale” (2003), en las que mezcló una intensa sensibilidad con una fuerte conciencia política y social.
“Expreso de Medianoche” es una de sus películas más recordadas, así como las peripecias y sufrimientos que debió pasar su protagonista, el joven Billy Hayes (Brad Davis). Esto por la crudeza de las imágenes, que sin duda tienen la influencia de la cinta “El Padrino” de Francis Ford Coppola, que se había estrenado seis años antes, principalmente por el uso de lo que se conoce como imágenes schock. Desde los primeros momentos que pasa en la cárcel se da a entender que sufre vejámenes, los cuales se hacen explícitos en varias escenas, sobre todo por parte del jefe de los guardias, Hamidou (Paul Smith).
Y si no es él, son sus compañeros de celda: Max (John Hurt) y Jimmy (Randy Quaid), que deben convivir con el vil delator Rifki (Paolo Bonacelli). Hay escenas dramáticas difíciles de olvidar, como cuando Billy es visitado por su novia Susan (Irene Miracle) o por su padre (Mike Kellin), en las cuales sentimos que la condena es desproporcionada y valoramos más que nunca la libertad.
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