viernes, 5 de mayo de 2023

“SAYEN”

Dicen que no basta con las buenas intenciones. En el cine rige el mismo axioma y una buena prueba es esta cinta, que se supone refleja los conflictos étnicos y empresariales en el sur de Chile y que, aún más, claramente su opción es de apoyo a la causa mapuche o por lo menos queda mejor parada que la posición de los huincas, expresión que se traduce en el propio filme como “extranjeros”. “Sayen” (2023) es un filme dirigido por el cineasta chileno, nacionalizado estadounidense, Alexander Witt, quien a sus 70 años solo había dirigido anteriormente un largometraje: “Resident Evil 2: Apocalipsis” (2004); ya que habitualmente trabaja como asistente de dirección. Es de esperar que continúe dirigiendo sus propias cintas, pero antes de realizar obras más personales deberá zafarse de muchos de los estereotipos del cine comercial estadounidense, que en “Sayén” aparecen reiteradamente. De partida, los mapuches que protagonizan el filme no lo parecen. Sayen (Rallen Montenegro), su abuela Ilwen (Teresa Ramos); y sus amigos José (Camilo Arancibia), Pedro (Roberto Cayuqueo), Nawel (Ramón González) y Liwen (Matías Paredes) tienen aspecto de “chilenos”, incluso Pedro; por lo cual la cinta pierde credibilidad. Por otro lado, el empresario español Máximo Torres (Enrique Arce), su hijo Antonio (Arón Piper), y los matones, el ruso Bykov (Roberto García Ruiz) y la chilena Miranda (Loreto Aravena) son malos malos y pueden matar a sangre fría a medio metro de distancia. En este grupo solo tienen matices el geógrafo Lira (Alejandro Trejo) y el conductor Rubén (Eduardo Paxeco). Un caso extremo es el del Gobernador (Alvaro Espinoza), quien aparece como un títere corrupto de Máximo Torres, empresario que quiere comprar a precio de huevo las amplias tierras de Ilwen, porque contienen cobalto; y la cual para los mapuches es tierra sagrada. Esto quizás es lo más logrado del filme: la explicación que la abuela da a su nieta del sentido de la tierra para los mapuches. En relación a que sus habitantes, ellos y nosotros, somos “cuidadores”, no dueños de la naturaleza. Esto está muy bien graficado con los paisajes maravillosos del sur chileno, que la cámara de Witt registra hasta saciarse.

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