“STUTZ”

El documental, como género cinematográfico hoy, pretende registrar procesos y relaciones entre el realizador y su equipo y una realidad, que puede ser una persona, un hecho histórico, un objeto u otra cosa; con un fuerte trabajo de investigación y producción, en un período de tiempo idealmente largo y profundo, para lograr una propuesta auténtica, original y atractiva. “Stutz” (2002), cinta dirigida por el connotado actor estadounidense Jonah Hill, sobre la vida y el modo de ser de su terapeuta por años y gran amigo, el importante psiquiatra de ese país, Phil Stutz, cumple a cabalidad la afirmación antes señalada; ya que logra el objetivo explícitamente indicado en el filme: hacer una película sobre Stutz, en la que finalmente también se transforma en autor el propio retratado, en la complicidad de la amistad asumida y transformada en valor estético y terapéutico. Hill, de 39 años, tiene una importante carrera como actor inteligente, versátil y talentoso; con una fama merecida en la comedia, pero también en filmes dramáticos, que lo llevaron inevitablemente a la dirección. Solo había realizado un largometraje, “En los 90” (2018), una recreación de la primera adolescencia en esa década en Los Angeles, San Francisco, que lo ubicó de inmediato como un interesante nuevo autor del país del norte. Con “Stutz” lo ratifica. Como documental tiene interesantes aportes: los roles intercambiables a los que juegan Hill y Stutz, tanto en las resoluciones fílmicas como en los acertados diálogos y dardos psicoanalíticos, que se permiten lanzar entre ellos, por la confianza y el valor de la opinión del otro, con registros de valiosos y únicos momentos. Hill, con un muy bien trabajado blanco y negro, hace aflorar las principales zonas oscuras de Stutz, pero en el camino también aparecen las propias, cuando deja que el terapeuta utilice sus interesantes y ahora famosas “herramientas”. Por otro lado, Hill se cansa en cámara del artificio en el cine, y más tratándose de un documental sobre alguien tan admirado; por lo cual decide mostrar la escenografía y las otras cámaras, para explicitarlo. Esto le da un nuevo sentido a la magia del cine; ya que el espectador, a sabiendas, entra a la maravilla del inconsciente y sus manifestaciones cotidianas.