“EL EXTRAÑO”

Muchas veces el cine de autor se aparta absolutamente de los cánones comunes del cine comercial, en cuanto a ritmo narrativo y utilización de recursos cinematográficos, como iluminación y sonido; pero si se analiza la obra en su totalidad y en sus objetivos, se llega a la conclusión de que los medios utilizados son los más apropiados para las intenciones del realizador, aunque hagan más difícil el visionado de la cinta para el espectador normal. Esto ocurre con “El Extraño” (2022), cinta dirigida y escrita por el cineasta australiano Thomas M. Wright; basada en el caso policial Daniel Morcombe de 2003, en el cual el menor de 13 años del mismo nombre fue secuestrado y asesinado, pasando varios años antes de que se capturara al culpable. Wright, de 39 años, había dirigido anteriormente solo un largometraje, “Acute Misfortune” (2018), desconocida en Chile. En “El Extraño”, el cineasta construye un filme que escudriña en los personajes y sus motivaciones, con un ritmo cansino, baja iluminación, movimientos de cámara lentos y planos cerrados y fijos; todo para construir una película agobiante, consecuente con la sordidez de la historia que nos están relatando. Los protagonistas son el asesino, Henry Teague (Sean Harris), que se ha cambiado de nombre y que trata de pasar lo más desapercibido posible, después de años de evadir a la justicia; y Mark Frame (Joel Edgerton), un policía encubierto en una organización criminal, que se cruza con Teague y se gana su confianza para investigarlo hasta las últimas consecuencias, sobre todo cuando descubre hasta donde lo lleva la hebra de su pasado. Frame, por su parte, está separado y tiene un hijo pequeño (Cormac Wright), con el cual vive varios días de la semana, con una relación de gran calidad, a pesar de la brutal realidad con la cual debe lidiar cotidianamente; en la cual encuentra apoyo en comprometidos policías, como Kate Rylett (Jada Alberts) y Paul Emery (Steve Mouzakis); lo que no impide que sufra de continuas pesadillas, que lo tienen a punto de colapsar. Como se ve, una realidad compleja y oscura; que el realizador logra transmitir acertadamente al espectador, experiencia de la cual deseamos escapar, a pesar del crudo interés que despiertan sus imágenes.