lunes, 27 de diciembre de 2021

“LA MUERTE DEL CIERVO SAGRADO”

El título de esta cinta y su música contrastante desde las primeras imágenes colocan en guardia al espectador de inmediato, actitud totalmente justificada; ya que a medida que avanza la película su simbolismo es cada vez más fuerte y despiadado. “La Muerte del Ciervo sagrado” (2017), cinta dirigida, escrita y producida por el cineasta griego Yorgos Lanthimos; es un producto extraño dentro de la cinematografía mundial actual, pero sin duda la experiencia que conlleva revitaliza lo que se conoce como cine de autor, demostrando que la originalidad y la profundidad pueden ir tomadas de la mano. Lanthimos, de 48 años, dirigió cuatro largometrajes en su país, antes de hacerse conocido internacionalmente: “Mi Mejor Amigo” (2001), “Kinetta” (2005), “Canino” (2009) y “Alps” (2011); luego de lo cual vinieron “La Langosta” (2015), “La Muerte del Ciervo sagrado” y “La Favorita” (2018), que lo consagraron a nivel mundial, por ser autor de un cine personal, sin concesiones respecto de la conducta humana y fuertemente metafórico. En “La Muerte del Ciervo Sagrado” nos presenta una familia acomodada, al parecer perfecta. La conforman un exitoso cardiólogo, Steven Murphy (Colin Farrell); su esposa, Anna (Nicole Kidman), oftalmóloga; una hija de catorce años, Kim (Raffey Cassidy), que canta en el coro del colegio; y un hijo menor, Bob (Sunny Suljic), bastante mimado. La irrupción de lo extraordinario se produce a través de Martin (Barry Keoghan), un joven de 16 años, hijo de un ex paciente de Steven, que falleció en el quirófano. La conexión entre ambos se respira extraña desde que nos exponemos a ella. La culpa por un lado y la dependencia psicológica por la otra van enturbiando todas las demás relaciones, ya que Steven lo lleva a su casa, estableciendo Martin una particular amistad con Kim. El carácter simbólico del filme se va acentuando cada vez más con cada escena, tornándose obsesivo y pesadillesco; como un virus que va enfermando paulatinamente a esta familia aparentemente sólida, imponiéndose el concepto bíblico del sacrificio forzado para recuperar en parte la normalidad perdida.

No hay comentarios: