jueves, 30 de septiembre de 2021
“EL OTRO LADO DEL VIENTO”
Hay directores que por su originalidad tuvieron problemas para financiar y concluir algunas de sus películas; y que sus amigos tuvieron que preocuparse de terminar póstumamente, tratando de ser los más fieles posibles con el proyecto original.
Uno de esos realizadores es el estadounidense Orson Welles (1915-1985), uno de los más importantes de la historia del cine y cuya cinta “El Otro Lado del Viento” fue recién terminada en 2018, a pesar de que fue filmada entre 1970 y 1976; a partir de los 40 minutos editados por Welles y de sus apuntes.
Welles, con más de quince largometrajes, se destacó por cintas fundamentales como “Ciudadano Kane” (1941), “Los Magníficos Amberson” (1942), “La Dama de Shanghai” (1947), “Macbeth” (1948), “Otelo” (1951), “Mr. Arkadin” (1955), “Sed de Mal” (1958), “El Proceso” (1962), “Campanadas a Medianoche” (1965), “Don Quijote” (1972) y “F de Falso” (1973), que reflejaron su innovación en el lenguaje cinematográfico y su pasión por el mundo shakesperiano, el cine negro y los conflictos morales.
En “El Otro lado del Viento” el protagonista es un director de cine, Jake Hannaford (John Huston), que reaparece para su fiesta de cumpleaños, a la que asisten los amigos de su clan y “espías” (cineastas admiradores y reporteros), con la intención de buscar financiamiento para terminar su osado último proyecto a medio terminar, una historia de amor entre una osada actriz (Oja Kodar) y un silencioso galán, John Dale, su reciente descubrimiento (Robert Random). Entre los invitados fundamentales están su amigo cineasta Otterlake (Peter Bogdanovich), la crítico Julie Rich (Susan Strasberg), y su mujer Valeska (Lilli Palmer). Como se puede ver, un filme con muchos elementos autobiográficos.
Además, cine dentro del cine; lo que le permite a Welles, realizar interesantes reflexiones sobre este arte y guiños de ojo al Neorrealismo, a la Nueva Ola francesa y a realizadores como Bertolucci y Godard, con un atrevido montaje; y recordando ese antiguo mito de los bereberes, de que el alma es robada cuando los fotografían. En este caso, Welles postula que el cine filma una y otra vez a sus estrellas y personajes hasta “matarlos”.
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