“HIJOS DE LA CALLE”

Hay sucesos que pueden marcar la vida de sus protagonistas para siempre, sobre todo si son niños o adolescentes. Esta es la primera conclusión de “Los Hijos de la Calle” (1996), cinta dirigida, escrita y producida por el cineasta estadounidense Barry Levinson; y basada en el libro autobiográfico “Sleepers” de Lorenzo Carcaterra; que narra la experiencia que vivieron cuatro amigos preadolescentes neoyorquinos en un reformatorio, donde fueron ultrajados y torturados por un grupo de guardias, encabezados por Nokes (Kevin Bacon). Levinson, de 79 años, ha dirigido más de veinte largometrajes, entre los que destacan “El Mejor” (1984), “Dos Estafadores y Una Mujer” (1987), “Buenos Días Vietnam” (1987), “Rain Man” (1988), “Bugsy” (1991), “Toys” (1992), “Acoso Sexual” (1994), “Esfera” (1998), “Bandidos” (2001), “El Hombre del Año” (2006), “Algo Pasa en Hollywood” (2008) y “La Sombre del Actor” (2014), entre otros, que reflejan un innegable talento para la comedia inteligente, con un humor ácido y personajes bien delineados. En “Hijos de la Calle” opta por el drama, pero sus personajes mantienen esa característica de profundidad que es una de sus marcas de estilo. Estos cuatro amigos, después de la imborrable experiencia del reformatorio, vuelven a encontrarse luego de que dos de ellos, Tommy (Billy Crudup) y John (Ron Eldard), se encuentran por casualidad en un bar con Nokes y tienen la posibilidad de vengarse de él. Los otros dos, Shakes (Jason Patric), periodista; y Michael (Brad Pitt), fiscal; tendrán un rol preponderante en la defensa de sus amigos; involucrando a importantes actores del pasado común, como el padre Bobby (Robert de Niro), al capo King Benny (Vittorio Gassman) y a la amiga del grupo, Carol (Minnie Driver); a los cuales se sumará un defensor alcohólico pero funcional, Dany Snyder (Dustin Hoffman), para justificar la “justa” venganza. Muy interesante resulta el paralelo moral entre el sacerdote y el capo, ya que ambos operan desde la figura del padre protector para estos cuatro jóvenes, que vivieron un repudiable abuso por parte de la autoridad, que justifica en gran medida su comportamiento posterior.