martes, 9 de abril de 2019

“VIVIENDO CON EL ENEMIGO”

Las guerras dejan no sólo secuelas físicas en muchos sobrevivientes, sino también heridas internas difíciles de curar. Estas personas están necesitadas de cariño y dedicación, el cual algunas veces no llega de donde se espera, aumentando los conflictos ya existentes.

Esta es una de las lecturas de “Viviendo con el Enemigo” (2019), cinta dirigida por el cineasta británico James Kent y basada en la novela del escritor inglés contemporáneo Rhidian Brook. La película está ambientada en Hamburgo, inmediatamente finalizada la Segunda Guerra Mundial, cuando aún los británicos no dejaban esta ciudad alemana, vencida y semidestruida por los bombardeos aliados.

Kent, que sólo poseía un largometraje, “Testamento de Juventud” (2014); plantea un triángulo amoroso bastante singular. Por una parte está el coronel británico Lewis Morgan (Jason Clarke), a cargo de las tropas que controlan la ciudad; su esposa, Rachael (Keira Knightley), recién llegada para estar con su cónyugue; y el arquitecto alemán Stephen Lubert (Alexander Skarsgard), al cual le expropian su tremenda casona, para que viva la pareja Morgan. A este pequeño grupo protagónico sólo se debe sumar a la hija adolescente de Stephen, Freda (Flora Thiemann), que en principio odia a los británicos invasores.

La verdad es que hay elementos del guion que hacen predecibles algunas situaciones, con lo cual pierde fuerza el conflicto sentimental. El hecho de que Rachael permita a los Lubert quedarse en la mansión, ocupando la mansarda, es señal inequívoca de que algo pasara entre ellos, sobre todo que el coronel poco pasa en la casa y Freda se supone que asiste todos los días al liceo.

Otra concidencia es que ambas familias perdieron un integrante producto de la guerra. Los Morgan a su hijo de once años, que murió en uno de los bombardeos alemanes a Londres y la esposa de Stephen en uno de los bombardeos aliados a Hamburgo. Los Morgan se han distanciado por esta situación, estando Rachael con la guardia baja y expuesta a la simpatía del atractivo arquitecto. De todos modos, llama la atención la facilidad con que Rachael se entrega a esta aventura y lo rápido que surge el amor entre ellos, otra de las debilidades argumentales de la cinta.

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