martes, 20 de noviembre de 2018

“DRY MARTINA”

Entre tantas cintas hollywoodenses, con toda la parafernalia de publicidad y marketing para cada una de ellas, casi pasa desapercibida esta co-producción chileno-argentina que nos recuerda que el cine verdadero no necesita efectos especiales ni grandes historias de acción y de heroísmo, sino que, por el contrario, basta una pequeña historia, contada con honestidad y sin grandes pretensiones ni estéticas ni comerciales, para llegar al espectador que busca algo para recordar.

“Dry Martina” (2018), cinta dirigida y escrita por el cineasta chileno José Manuel Che Sandoval, nos cuenta la historia de una cantante y compositora argentina, de música popular, Martina (Antonella Costa); que tuvo sus éxitos en los años noventa y que en la actualidad se encuentra pasando una crisis existencial y sentimental, como dice ella misma: “está seca”. Su manager y representante, Juan (Alvaro Espinoza), intenta en vano motivarla, en todos los sentidos de la palabra; pero no hay caso, a Martina nada le entusiasma, ni cantar ni el sexo ni nada.

Esa es la situación hasta que llega de Chile una fan absoluta, Francisca (Geraldine Neary), quien asegura ser su hermana menor y que quiere que la acompañe a Chile, para hacerse el examen de ADN y verificar el parentesco. Esto no atrae para nada a Martina, pero sí el pololo de Francisca, César (Pedro Campos), quien le hace funcionar nuevamente las hormonas de una forma increíble; tanto que, luego de una noche de amor, decide seguirlo a Santiago de Chile.

Esto es lo medular de la cinta, el viaje de Martina a la capital de nuestro país, donde pasa todo tipo de peripecias y donde conoce al padre de Francisca, Nacho (Patricio Contreras), novelista, personaje que completa el cuarteto de roles protagónicos de esta entretenida película, en la que se destacan un guion original y fresco, con personajes que se mueven con espontaneidad y soltura; buenas actuaciones, sobre todo de Costa, que logra crear el personaje de una mujer sensible y creativa, que busca ser querida y deseada.

Che Sandoval, de 33 años, había dirigido anteriormente dos largometrajes: “Te Creís la Más Linda” (2009) y “Soy Mucho Mejor que Voh” (2013), que dan cuenta de una preocupación temática: la mujer; y de un estilo, en el que predomina la naturalidad y el relato de pequeñas historias, suertes de antihéroes contemporáneos.

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