martes, 27 de noviembre de 2018

“EL PRIMER HOMBRE EN LA LUNA”

Hubo un momento en nuestras vidas que prácticamente todos quisimos ser astronautas y eso se acrecentó cuando en julio de 1969 se transmitió por televisión para todo el mundo la llegada del hombre a la Luna. Pero, a la luz de la cinta “El Primer Hombre en la Luna” (2018), el espectador se da cuenta que no es tan sencillo ser astronauta y que las presiones y exigencias físicas y psicológicas son mucho mayores que las que uno imagina.

“El Primer Hombre en la Luna”, filme dirigido y producido por el cineasta estadounidense Damien Chazelle, relata la etapa de madurez del astronauta e ingeniero Neil Armstrong (Ryan Gosling), comandante del Apolo 11 y el primer ser humano en pisar la Luna, seguido de Buzz Aldrin (Corey Stoll); mientras en la nave, orbitando al satélite, permanecía Mike Collins (Lukas Haas).

Chazelle logra transmitir a plenitud las dificultades para llegar a ser un astronauta del nivel de Armstrong y más aún las pruebas adicionales que tuvo que sortear en su caso específico. Chazelle, de 33 años, llevaba una corta pero exitosa carrera con tres largometrajes: “Guy and Madeline on a Park Bench” (2009), “Whiplash” (2014) y “La La Land” (2016), prestigio que se ratifica con este estreno.

A las altas exigencias físicas para ser piloto de guerra, piloto de pruebas y luego astronauta, todo lo cual fue Armstrong; se debe sumar la temprana muerte de su amada hija Karen, de un tumor cerebral a los dos años; y los reiterados fallecimientos de otros astronautas por accidentes, entre ellos sus grandes amigos Elliot See (Patrick Fugit) y Ed White (Jason Clarke), que lo fueron transformando en un ser ensimismado y con cambios bruscos de humor, lo cual debieron sufrir su esposa Janet (Claire Foy), de gran carácter, y sus hijos Mark y Eric.

Para expresar la presión psicológica y física que debió soportar Armstrong, Chazelle utiliza acertadamente los primeros y primerísimos planos; sobre todo cuando el astronauta se encuentra al interior de las diversas naves que le toco pilotear, transmitiendo la opresión y el imperativo de esta profesión al espectador de manera vívida y realista. Esta presión también la vivió por parte de sus jefes en la Nasa, Deke Slayton (Kyle Chandler) y Bob Gilroth (Ciarán Hinds), que veían en él al piloto más talentoso de su generación; pero que muchas veces tuvo que aislarse para cumplir sus objetivos.

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