martes, 13 de noviembre de 2018

“OPERACIÓN OVERLORD”

Las películas de guerra y las de zombis son géneros bastante marcados con sus características propias; pero una cinta que combine armoniosamente ambos elementos, aparte de ser una curiosidad, es doblemente meritorio, sobre todo además que no se mueva en el campo de la ficción, sino en el de lo posible.

Esto es lo que ocurre con “Operación Overlord” (2018), cinta dirigida por el cineasta australiano Julius Avery, y cuyo título remite al nombre clave que recibió el Desembarco y la Batalla de Normandía en la etapa final de la Segunda Guerra Mundial, ya que el triunfo de los Aliados permitió liberar la Francia ocupada por los alemanes. Este es el segundo largometraje de Avery, ya que antes solamente había dirigido “Son of a Gun” (2014), cinta no estrenada en la Región de Valparaíso.

La cinta ocurre el día anterior al Día D y es protagonizada por un grupo de soldados estadounidenses que tiene la misión de destruir una estación radial de los nazis, para facilitar el desembarco de los Aliados en las playas de Normandía. Este grupo está a cargo del Cabo Ford (Wyatt Russell) y tiene entre sus protagonistas a los soldados Boyce (Jovan Adepo), Tibbet (John Maggaro), Chase (Iain de Caestecker) y Rosenfeld (Dominic Applewhite) los que deberán ganarse la confianza de una valiente pueblerina francesa, Chloé (Mathilde Olivier) y de su pequeño hermano Paul (Gianny Taufer), la que les dará refugio en su casa, para, desde allí, atacar la estación radial alemana.

Hasta allí parece una película de guerra normal, muy bien hecha por lo demás. Predomina el miedo y el nerviosismo en los soldados norteamericanos, la desconfianza en Chloé y la simpatía del pequeño Paul, que imita todo el tiempo a Tibbet y que recuerda a tantos niños queribles de las cintas bélicas. En los subterráneos de la radio de los alemanes, a cargo del capitán Wafner (Pilov Asbaek) y del Dr. Smith (Erich Redman), se encontrarán con laboratorios en que los nazis experimentan con prisioneros franceses para transformarlos en zombis inmortales al servicio del Ejército alemán.

Esta segunda parte del filme se destaca por escenas alucinadas, con seres desfigurados y terroríficos; lo que amplía la misión de los soldados gringos;
ya que esta macabra realidad no los deja indiferentes ni menos al espectador.

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