miércoles, 13 de junio de 2018

“EL LEGADO DEL DIABLO”

El género cinematográfico del Terror está tan sobreexplotado en la industria de Hollywood que cuesta encontrar un filme de este tipo que se destaque por su originalidad y por el tratamiento audiovisual y narrativo del mismo.

“El Legado del Diablo” (2018), cinta dirigida y escrita por el cineasta estadounidense Ari Aster, cumple con estos inusuales requisitos y llamará la atención de los amantes de este género, a pesar de no contar con grandes efectos visuales ni una millonaria campaña de marketing.

Esta cinta es la opera prima de Aster, quien se había destacado anteriormente por sus cortometrajes. En “El Legado del Diablo” la acción ocurre principalmente en una apartada casa de campo, distante de un típico pueblo estadounidense, que en realidad aparece solo como un telón de fondo para una familia que tiene su destino marcado.

La historia comienza con muerte de la abuela, la matriarca de la familia; la cual a pesar de vivir en la misma casa, no se llevaba bien con su hija, Annie (Toni Colette), la cual se dedica a la construcción de miniaturas de la vida cotidiana. El resto de la familia la componen su esposo, Steve (Gabriel Byrne); una hija de trece años, Charlie (Milly Shapiro), muy apegada a su abuela; y un hijo adolescente, Peter (Alex Wolff), que va a la secundaria.

De ahí en más comienzan los sucesos extraños: una supuesta profanación de la tumba de la abuela y la muerte por decapitación de Charlie, en un espantoso accidente que involucra a su hermano. El grupo se sume en una suerte de esquizofrenia, que recuerda algunos antecedentes familiares (no por nada el verdadero título de la cinta es “Hereditario”), cuyo verdadero origen es una posesión demoníaca en ciernes.

La originalidad de la cinta radica en el tratamiento de la historia. Con excelente actuaciones se van construyendo personajes cada vez más alterados, con un gran manejo de la cámara, el sonido, la música y el montaje de escenas que van adquiriendo un ritmo cada vez más desatado, como un remolino fuera de control.

A pesar de esto, el filme no abusa de las imágenes shock, las cuales permanecen un segundo en pantalla, quedando grabadas en la memoria del espectador, por su perturbador alcance y significado.

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