martes, 20 de marzo de 2018

“LOS PERROS”

El golpe de Estado de 1973 es un tema recurrente en la cinematografía nacional, que generalmente se trata desde el punto de vista de la represión que ejerció el General Pinochet sobre sus opositores o también partidarios del gobierno de Allende.

En “Los Perros” (2017), cinta dirigida y escrita por la cineasta chilena Marcela Said, los personajes protagónicos vivieron en la otra vereda: la del Ejército y la oligarquía, y fueron simpatizantes o cómplices de la dictadura; pero son mostrados sin caer en la caricatura y el simplismo; manifestando que también eran seres complejos, que muchas veces no tuvieron demasiadas opciones, obligados por su posición social o porque recibían órdenes que no podían desconocer.

Un buen ejemplo es Francisco Blanco (Alejandro Sieveking), un empresario que facilitó camiones al régimen dictatorial y que señala que “era imposible decirle que no a los militares”. Mucho más dramático es el caso de uno de los protagonistas, el ex coronel Juan (Alfredo Castro), que al parecer no mató a nadie, pero que como jefe de guardaespaldas de un recinto militar fue cómplice de diversas desapariciones de civiles de izquierda, por lo cual es procesado y condenado.

Said, de 46 años, se había destacado como documentalista: “Valparaíso” (1999), “I Love Pinochet” (2001), Opus Dei: Una Cruzada Silenciosa” (2006) y “El Mocito” (2011). Sólo había dirigido un largometraje de ficción, “El Verano de los Peces Voladores” (2013), que demostró su talento en este formato, lo cual se ve ratificado con “Los Perros”, un inquietante largometraje en que los personajes nunca toman el camino fácil.

La principal protagonista, Mariana Blanco (Antonia Zegers), hija de Francisco, es una galerista de arte que descubre que el ex coronel, su profesor de equitación, esconde un pasado oscuro, al igual que su padre. Esta relativización moral de lo que conocía y vivía, la lleva a experimentar y cruzar diversos límites, tanto con Juan como con un detective de la Policía de Investigaciones (Elvis Fuentes); así como a adentrarse en la marginalidad
de la escena pictórica. Su esposo, un empresario argentino, Pedro (Rafael Spregelbrod), es el mejor reflejo de su condición social, a la cual no podrá traicionar; a pesar de todos sus coqueteos con la otra vereda.

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