jueves, 2 de noviembre de 2017

“AMOR.COM”

Da gusto ver cine europeo en las salas comerciales. Estas cintas, cualquiera sea su género y sus pretensiones estéticas, son tan distintas al habitual cine estadounidense, que resultan un bálsamo para quienes tenemos que ir al cine dos o tres veces por semana a ver los estrenos.

Es el caso de “Amor.Com” (2017), cinta dirigida y escrita por el cineasta francés Stéphane Robelin y que corresponde a una comedia amorosa, protagonizada por el gran actor francés Pierre Richard. Este intérprete, de 83 años, es considerado uno de los grandes comediantes franceses de la segunda mitad del siglo XX, junto con Louis de Funés y Gerard Depardieu, famoso por hacer el personaje del torpe soñador.

En “Amor.Com” interpreta a un viudo desencantado de la vida (Pierre), ya que su amada esposa murió hace dos años y pasa viendo películas caseras en las cuales ella aparece joven y bella. Todo cambia cuando su preocupada hija, Sylvie (Stephane Bissot), contrata al desempleado novio de su hija, Alex (Yaniss Lespert), para que le haga clases de computación a Pierre.

Robelin logra una comedia plena de emotividad, en que los personajes resultan creíbles y con los cuales el espectador se va encariñando en la medida que avanzan los minutos, ya que van adquiriendo profundidad y humanidad. Robelin había dirigido anteriormente dos largometrajes: “Real Movie” (2004) y “Y si Vivimos todos Juntos” (2011), por supuesto no estrenados en la región de Valparaíso.

En una suerte de “Cyrano de Bergerac” actualizado, Pierre se escribe por internet con una mujer mucho menor que él, Flora (Fanny Valette), a la cual enamora con sus románticos correos, pidiéndole a Alex que acuda en su nombre a las citas con la bella y joven flechada.

De aquí en más, la cinta se transforma en una comedia de equivocaciones, en la que el espectador ríe de buena gana, ante los encuentros de Flora con Alex, con su “abuelo” Pierre, con su “madre” Sylvie y con su “hermana” Juliette (Stephane Grayencour), la verdadera novia del suplantador.

Dentro de los posibles desenlaces, el elegido no sólo es inesperado, sino que además retorna a la ternura, propia de una comedia en que lo vital son las emociones de los personajes, que resultan queribles por lo reales y francos.

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