martes, 22 de agosto de 2017

“ANABELLE 2: LA CREACION”

En este caso se cumple el refrán de que segundas partes nunca fueron buenas; porque la verdad que esta secuela de la cinta de terror “Anabelle” (2014), que fue dirigida por John R. Leonetti, no está a la altura de la original.

“Anabelle 2: la Creación” (2017), dirigida por el cineasta sueco David F. Sandberg mezcla todos los elementos habidos y por haber de las películas de terror, debilitando el producto final, por recargado y falto de credibilidad. Esto llama la atención, ya que si bien Sandberg, de 36 años, había dirigido anteriormente un solo largometraje, “Cuando las Luces se Apagan” (2016), éste se había destacado por su buen factura y efectividad, ya que es un filme del mismo género.

La historia es bastante simple: un grupo de huérfanas, a cargo de la hermana Charlotte (Stephanie Sigman) llegan a la casa del juguetero Samuel Mullins (Anthony LaPaglia), quien, junto a su esposa, Esther (Miranda Otto), está dispuesto a albergarlos, ya que el orfanatorio donde vivían se ha cerrado. El matrimonio perdió hace doce años a su pequeña hija, Bee (Samara Lee), lo que les ha dejado una tristeza profunda, que intentarán superar con estos nuevos inquilinos.

El problema es que en el grupo hay dos pequeñas muy curiosas, Linda (Lulú Wilson) y Janice (Talitha Bateman), las que desobedecerán las órdenes de Samuel y entrarán a la antigua habitación de Bee, liberando a la muñeca diabólica Anabelle.

De ahí en adelante, se desatarán, como es de suponer, una serie de acontecimientos terroríficos y sobrenaturales, en un abanico demasiado recargado, que finalmente hará perder fuerza a cada uno de ellos y al producto general. Por ejemplo, Anabelle está en un closet, del cual saldrá prontamente. También abundan las escenas de oscuridad, con apariciones demoníacas, cruces invertidas, levitaciones e incluso en el patio existe un profundo pozo, del cual también sale algo así como el diablo.

Lo curioso es que no llamen a un sacerdote o a un experto en el tema, para exorcizar la presencia demoníaca, como se hace en todas las cintas del género; y que el demonio que vive en Anabelle, dado el tremendo poder que manifiesta, no haya hecho mil pedazos la casa de los Mullins y a todos sus habitantes.

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