martes, 11 de julio de 2017

“SPIDER MAN: DE REGRESO A CASA”

El Hombre Araña es un súper héroe poco común, ya que no tiene grandes bíceps ni ningún poder demasiado especial; salvo lanzar sus telarañas, paralizando a los maleantes o utilizándolas para desplazarse ágilmente por entre los edificios.

Esto lo hace un personaje dotado de cierta fragilidad y que consigue las cosas a punta de tesón y amor propio. Estas características lo hacen especialmente querible entre el público adolescente, que se identifican con este personaje, creado en 1962 por Stan Lee y Steve Ditko para la compañía Marvel.

En esta nueva versión, “Spider Man: De regreso a Casa” se intensifican estos aspectos, ya que se supone que son los inicios del Hombre Araña (Tom Holland) como héroe, en su época más juvenil, cuando vivía con su guapa tía May (Marisa Tomei) y se encontraba recién reclutado por la “fábrica” de súper héroes de Tony Stark (Robert Downey Jr.) y a cargo del indiferente asistente Happy Hogan (Jon Favreau).

Esta precuela fue dirigida y escrita por el cineasta estadounidense Jon Watts; quien, a sus 36 años, ya había dirigido anteriormente dos largometrajes: “Clown” (2014) y “Cop Car” (2015), ninguna de ellas estrenada en la región de Valparaíso.

El mayor acierto de la cinta es que se plantea de lleno como un filme de entretención, sin mayores pretensiones estéticas; centrándose en el personaje de Spider Man como un héroe adolescente, que debe esconderse de su tía May, que su mejor amigo es un compañero de curso en la secundaria, Ned (Jacob Batalon), que está enamorado de una compañera, Liz (Laura Harrier); que resulta ser nada menos que la hija del villano de la cinta, Vulture (Michael Keaton). Como se ve, las preocupaciones típicas de un adolescente que quiere ser héroe.

Lo otro que se retrata bien es el anverso de este amateurismo del “joven” araña: la empresa que tiene montada el insoportable Tony Stark para crear súper héroes como productos comerciales, que satisfagan el sueño americano de que personas comunes y corrientes logren el éxito y la fama, y que, por lo tanto, la masa se pueda ver reflejada en estos paladines de la justicia, surgidos de la clase media estadounidense. La cinta lo deja al descubierto y el espectador se alegra cuando Stark no puede manipularlo.

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