martes, 27 de junio de 2017

“PATERSON”

Es una sorpresa maravillosa toparse en las salas comerciales con verdadero cine de autor y más aún de uno de los más importantes cineastas independientes de Estados Unidos.

Se trata de Jim Jarmusch y su último estreno “Paterson” (2016), que fue dirigida, escrita y musicalizada por él; y que consiste en un verdadero homenaje a todos aquellos elementos culturales que lo han marcado como creador e individuo, pero sin intelectualismos, con una sobria lucidez..

Jarmusch, de 64 años, había dirigido anteriormente once largometrajes; destacándose “Extraños en el Paraíso” (1984), “Bajo el Peso de la Ley” (1986), “Una Noche en la Tierra” (1991), “Hombre Muerto” (1995), “El Camino del Samurai” (1999), “Café y Cigarrillos” (2003) y “Flores Rotas” (2005); en las que resaltan sus personajes marginales y sin embargo plenos de libertad y de una simple belleza.

En “Paterson” esto llega a la maestría, porque los protagonistas son seres sencillos, pero poseídos de un sentido poético profundo. Paterson (Adam Driver) es un conductor de un bus del transporte público, que recorre de lunes a viernes el barrio del mismo nombre y que escribe maravillosos poemas en medio de su cotidianeidad. Su esposa, Laura (Golshifteh Farahani) es cocinera y diseñadora, pero además quiere aprender a tocar guitarra, para cantar música country como Patsy Cline.

En la cinta todo es un juego de espejos, como esta pareja que se lleva a la perfección, que llevan una vida plácida; en la cual no existe el deseo, sino sólo los anhelos. Paterson también es el nombre de uno los principales libros del poeta William Carlos Williams, el predilecto del protagonista, que además nació y vivió en ese mismo barrio de New Jersey, como el poeta Allen Ginsberg y el humorista Lou Costello, que tiene una estatua y una plaza en el sector.

La estructura de la cinta se cimenta sobre la actividad de la pareja en una semana completa, de lunes a lunes; desde que Paterson se levanta sin despertador, pasando por los nuevos diseños de Laura, los gemelos de todas las edades que se cruzan con toda naturalidad, el paseo nocturno con el perro bulldog Marvin, el aro inevitable en el bar del barrio y una serie de detalles maravillosos, que ponen en evidencia el sentido de lo efímero y lo bello.

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