martes, 5 de julio de 2016

“LOS ILUSIONISTAS 2”

La magia se parece al cine en que ambos centran su acción en la percepción del espectador, del que mira. En el cine, la visión certera del público está condicionada por el encuadre y por los efectos especiales; y en la magia por la imposibilidad del ojo humano de ver todo lo que ocurre frente a él al mismo tiempo.

Como se ve ambas disciplinas tienen lo suficiente en común como para que haya surgido desde antaño una suerte de subgénero cinematográfico de cintas sobre magos o magia, con cultores tan destacados como Bergman o Hitchcock.

En esta línea se inscribe la saga “Los Ilusionistas” y por supuesto esta segunda entrega de 2016, dirigida por el cineasta estadounidense Jon M. Chu. La primera versión fue dirigida por Louis Leterrier en 2013 con bastante éxito de taquillla.

En esta oportunidad, Chu, de 36 años, nos entrega un filme pleno de vueltas de tuerca argumentales, que se sustentan en aquel terreno común entre la magia y el cine: los errores o engaños de la percepción, que dan origen a los trucos de los ilusionistas. Chu había dirigido anteriormente cintas de acción, como “Step Up 2”: Las Calles” (2008), “Step Up 3D” (2010), “The LXD: The Uprising Begins” (2010), “The LXD: Los Secretos de Ra” (2011), “G.I.Joe: El Contraataque” (2013) y “Jem y los Hologramas” (2015); por lo que maneja bien los cambios de ritmo y el vértigo necesario para este tipo de cintas.

El núcleo protagónico sigue siendo el mismo. El jefe de los Ilusionistas, Dylan (Mark Ruffalo), agente encubierto del FBI; Daniel (Jesse Eisenberg), su relevo natural; Merritt (Woody Harrelson), el payaso; Jack (Dave Franco), el presdigitador; y la nueva integrante, la guapa y talentosa Lula (Lizzy Caplan). Para mantener el conflicto, en esta versión se enfrentan nuevamente a Thadeus (Morgan Freeman) y a Arthur Tressler (Michael Caine), al que se suma su hijo Walter (Daniel Radcliffe), aunque como es de esperar no todas las cosas son lo que parecen.

“Los Ilusionistas 2” no es una película profunda, aunque esboza algunos elementos de esta relación virtuosa entre cine y magia. Su fortaleza está en la entretención, en el guiño que hace el buen mago al espectador alerta.

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