martes, 26 de enero de 2016

ETTORE SCOLA (1931-2016): HIZO EL MUNDO MEJOR

Una de las razones por las cuales pudimos atravesar los días de desolación y tristeza de la dictadura fueron las maravillosas películas de Ettore Scola; que si bien retrataban la desilusión y la desesperanza ante la Italia post Segunda Guerra Mundial, nos hicieron sentir poderosamente vivos y partícipes de los movimientos culturales y sociales de la segunda mitad del siglo XX, la época en que nos atrevimos a soñar con un mundo mejor y en que también, después de un parpadeo, nos pusieron violentamente los pies en la tierra, desde donde no los hemos vuelto a sacar.

Este ciclo lo abrió la insuperable “Nos Habíamos Amado Tanto” (1974), mi preferida; en la cual tres amigos, que lucharon en la resistencia en la Guerra, se enamoran en distintos momentos de su vida de la misma mujer, interpretada por la bella Stefania Sandrelli. Allí actúan dos de los actores predilectos de Scola, Vittorio Gassman y Nino Manfredi; y tienen apariciones su gran amigo y maestro, Federico Fellini, y su otro actor amuleto, Marcelo Mastroianni. Como se ve, una muestra de lo mejor del cine italiano post Neorrealismo, período que coincide curiosamente con los años del gobierno militar chileno. En esa cinta, además hace un homenaje aVittorio de Sica, el director neorrealista que más admiraba Scola. En el filme, el personaje crítico de cine le indica a un amigo que no se acerca a De Sica, en un acto público, porque “qué le podría decir, para qué hablarle de todos los sueños que no hemos podido cumplir”.

Aparte de los citados, Scola trabajó reiteradamente con los actores Alberto Sordi, Ugo Tognazzi y Gian Carlo Giannini, en suma lo más granado de la actuación del país de la bota; y no sólo en el género de la comedia, sino también en el drama y la crítica social, tan propios de la idiosincrasia cultural italiana, en que se combinan acertadamente el humor negro y la melancolía.

Luego, vinieron “Feos, Sucios y Malos” (1976), “Un Día Muy Particular” (1977), siete episodios de “Los Nuevos Monstruos” (1977) que co-dirigió con Dino Risi y Mario Monicelli, “La Terraza” (1980), “La Noche de Varennes” (1982), “Macarroni” (1985), “La Familia” (1987) y “Splendor” (1989) , completando dos décadas de un cine sorprendente, satírico y nostálgico a la vez, una rara mezcla que sin duda lo hará inolvidable.

Después de eso, Scola produciría dos grandes obras: “La Cena” (1998), suerte de continuidad de “La Familia”, con Gassman, Sandrelli y Giannini, más la francesa Fanny Ardant; y su testamento estético y existencial: “Qué Extraño Llamarse Federico” (2013), donde relata su amistad y admiración por Fellini, once años mayor que él, y a quien conoció en la revista Marco Antonio, donde ambos trabajaron como caricaturistas; por el actor Mastroianni, alter ego de Fellini y de Scola, que podía amar en pantalla a las mujeres actrices soñadas y que declaraba sus posturas frente a la realidad de su país. Además, aparecen en la cinta el propio Scola; Ruggero Maccari, su compañero de ruta en sus inicios como guionista, después de estudiar Leyes, que tuvo su mayores aciertos en “El Sorpasso” (1962) y “Los Monstruos” (1963), ambas dirigidas por Dino Risi; y el periodista, dibujante y escritor Giovanni Mosca, todos grandes compañeros de vida de Scola, amistad que fue uno de los principales valores que siempre estuvo presente en su filmografía.

La amistad, el compromiso social y político y una visión entre melancólica e irónica de la realidad, fueron las marcas de estilo para una obra fundamental en la segunda mitad del siglo XX, época en que todos los sueños fueron posibles, pero también en que los poderes fácticos se encargaron violentamente de echarlos por el suelo y pisotearlos sin piedad, esperamos que no para siempre.

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