martes, 24 de noviembre de 2015

“NO SOY LORENA”

A veces se conjugan las crisis internas de los individuos con acontecimientos sociales o externos, que las potencian o les dan un sentido dramático mayor.

Es el caso de la actriz Olivia (una excelente Loreto Aravena). Estamos en Santiago, en el invierno de 2011, y abundan las protestas y marchas de los estudiantes secundarios. Olivia acaba de separarse de Mauro (Lautaro Delgado), director y autor de la obra teatral en que está ensayando; su madre, Eleonora (Paulina García) está con Alzheimer en su casa, al cuidado de Patricia (Gabriela Aguilera), con quien no se lleva bien; pero además la llaman y le envían mensajes de texto para cobrarle una deuda de alguien llamado Lorena Ruiz, conflicto de identidad que le da nombre a la cinta “No Soy Lorena” (2014), dirigida y escrita por la cineasta chilena Isidora Marras, su ópera prima.

Para terminar de armar este entramado, Olivia tiene de vecino a un travesti, Rosseta (Maureen Junott), que en principio no le cae en gracia; y su coprotagonista en la obra teatral, Alonso (Matías Oviedo) tiene un claro interés sentimental en ella, que aún permanece golpeada por la separación de Mauro, a quien debe ver todos los días y que la critica porque no logra dar con la intensidad de su papel.

En estas circunstancias, el asedio de la empresa de cobranzas termina por gatillar en Olivia una serie de decisiones que no parecen las más adecuadas; sobre todo la de tratar de ubicar a la verdadera Lorena Ruiz, lo que la llevará a sumirse en los bajos fondos de la capital, escenas bien logradas, ya que también retratan la desorientación psicológica en que se encuentra Olivia.

Al resolver el misterio, Olivia también soluciona y destraba sus dudas existenciales, permitiéndole liberarse de las ataduras que le impedían continuar su vida, conservando sólo la ligazón con su madre, quien se encuentra a estas alturas en un hogar de ancianos.

La cinta logra de buena manera sumergir al espectador en la crisis de identidad de Olivia; y en sus indagaciones urbanas, que también son metáforas de sus exploraciones internas, en busca de sí misma y de las cosas que realmente le importan, como el amor por Eleonora, la nueva amistad con Rosseta y alcanzar la madurez de vida necesaria para ser y demostrar la actriz que lleva dentro.

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