martes, 26 de mayo de 2015

“PERLA”

Hay una canción de Joan Manuel Serrat, llamada “No Hago Cosa que Pensar en Ti”, que relata las penurias del autor por tratar de componer un tema sin inspiración y que finalmente se transforma en una gran canción de amor.

Algo parecido le ocurre al cineasta nacional Sergio Castilla con “Perla” (2015), su último largometraje, en que es uno de los protagonistas, encarnándose a sí mismo, y se encuentra en una sequía creativa hasta que se encuentra en la calle a una perra abandonada, a la que bautiza Perla y que se transformará en el motivo de la cinta, logrando de paso filmar una película honesta y luminosa.

Castilla, de 72 años, había dirigido anteriormente los largometrajes “La Historia” (1975), “Prisioneros Desaparecidos” (1979), “Gentille Alloutte” (1990), “La Niña de la Sandía” (1994), “Gringuito” (1998) y “Te Amo (Made in Chile) (2001), en una trayectoria marcada por el exilio, el peregrinaje y el intento por reconciliarse y reinsertarse en la realidad nacional.

Con “Perla”, dirigida, escrita y producida por él; da un paso más en esa dirección. Sin pretensiones esteticistas, Castilla narra con toda sencillez primero no sólo su imposibilidad de dar con un guión interesante y financiable, sino también su incomunicada relación con su madre (Delfina Guzmán), a quien va a visitar religiosamente a una casa de reposo; y su pésima relación con su hija (Isabel Aldunate), a quien abandonó cuando era pequeña.

En esta vagabundear por Santiago, Castilla se encuentra con Perla, transformándose en una verdadera amiga que cambiará su vida. Podrá finalmente comunicarse con su madre; se disculpará con su hija, que lo terminará perdonando y encontrará el anhelado tema para su siguiente película, que filmará frente a los ojos del espectador, en una lección de cómo hacer cine con pocos elementos, con una historia emotiva y creíble.

Incluso el recurso de que el espectador escuche lo que está pensando Perla (cuyo nombre real es Linda), que en otras circunstancias podría haber resultado artificial, no molesta en esta cinta; porque Castilla se mueve con espontaneidad, tanto en la mirada cinematográfica del filme como en la relación con esta perrita que le da un nuevo sentido a sus alicaídos días.

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