martes, 3 de marzo de 2015

“SELMA: EL PODER DE UN SUEÑO”

Cuando se trata de cintas sobre personajes históricos, siempre me ha parecido lo más apropiado que el filme se centre en un aspecto o en un episodio de la vida del retratado, ya que de este modo se podrá tratar con la profundidad necesaria e iluminará la personalidad completa del protagonista.

Esto es lo que ocurre con “Selma: El Poder de un Sueño” (2014), dirigida y producida por la cineasta estadounidense Ava DuVernay; que trata sobre la vida de Martin Luther King (David Oyelowo), pero específicamente sobre su campaña para obtener el voto para los negros, en el año 1965, y que tuvo como culminación la marcha pacífica entre las ciudades de Selma y Montgomery, en el Estado sureño de Alabama, uno de los más reaccionarios ante la igualdad de derechos entre los blancos y los afroamericanos.

DuVernay, de 42 años, había realizado antes dos largometrajes: “Seguiré” (2010) y “En Medio de la Nada” (2012), no estrenados en Chile y cuyos temas también son la problemática y características de esta etnia en Estados Unidos.

Claramente una de sus figuras emblemáticas fue King, pacifista y católico, pero absolutamente decidido a conseguir el voto real de los negros en todos los Estados del país del norte, lo cual lo llevó a enfrentarse verbalmente en reiteradas ocasiones con el Presidente Lyndon Johnson (Tom Wilkinson), quien finalmente tuvo que ceder ante la presión y promulgar una ley que asegurara el cumplimiento de este derecho civil, hecho en el cual tuvo un rol vital el asesor Lee White (Giovanni Ribisi).

También fue fundamental el enorme equipo que apoyó a King, como reverendos y líderes juveniles, a pesar de que no siempre lo entendían; entre los cuales había varias mujeres, amén de su esposa Coretta (Carmen Ejogo), como Annie Lee Cooper (Oprah Winfrey), que fueron vitales en la sensibilización de la opinión pública blanca.

La cinta trata con intensidad el conflicto y las motivaciones de King; y las diferentes posturas sobre la materia, incluso con una breve pero incisiva aparición de Malcolm X (Nigel Thatch). Equilibra de buena manera el tratamiento emocional de los hechos con una visión histórica, que permite al espectador formarse una acabada visión de este importante período de la historia de Estados Unidos.

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