martes, 24 de febrero de 2015

“KINGSMAN: EL SERVICIO SECRETO”

La comedia británica tiene la virtud de que el humor negro que desarrolla, hace oscilar sin problemas a las cintas de este género entre la parodia y el velado homenaje, dándole una vuelta de tuerca a los filmes anteriores del mismo tipo y sacando con facilidad variadas sonrisas al espectador.

Es el caso de “Kingsman: El Servicio Secreto” (2014), dirigida, escrita y producida por el cineasta inglés Matthew Vaughn; que está basada en el comic “El Servicio Secreto” de Mark Millar y Dave Gibbons, lo que permite inyectar al género la frescura e ironía propias de la historieta contemporánea.

A todas luces, esta cinta remeda y cita a las películas de James Bond, con alusiones directas y otras más oblicuas. Kingsman por un lado es una tradicional y elegante sastrería en Londres, que sirve de pantalla para una organización de agentes secretos, que no dependen del ningún Gobierno y que por lo tanto mantienen su independencia política y financiera.

Uno de los protagonistas de la cinta es un reputado agente, Galahad (Colin Firth); quien es salvado en una operación por un agente novato, Lancelot (Jack Davenport). Para su reemplazo, cada agente debe presentar a un candidato y Galahad postulará al hijo de Lancelot, Eggsy (Taron Egerton), el verdadero protagonista de la película. Eggsy tenía mucho potencial, pero se ha transformado en un malandrín, que será rescatado por los Kingsman, cumpliendo a cabalidad su formación, a cargo de Merlin (Mark Strong); a pesar de la oposición de su jefe, Arthur (Michael Caine).

Tanto Galahad como Eggsy recuerdan a James Bond, por su elegancia y destreza en la lucha cuerpo a cuerpo, pero también recuerdan al personaje John Steed, de la serie televisiva “Los Vengadores”, por el uso del paraguas como arma, además de otra serie de adminículos como encendedores, lapiceras y zapatos.

Por otro lado, Valentine (Samuel L. Jackson) y su asistente Gazelle (Sofia Boutella) recuerdan a los más perversos villanos de las cintas de espionaje, pero con un claro toque de humor negro que los revitaliza como estereotipos. Valentine, por ejemplo, no soporta ver sangre, a pesar de que quiere exterminar casi a toda la humanidad y Gazelle es una eximia luchadora, a pesar de que no tiene sus extremidades inferiores y tiene prótesis como las del atleta Oscar Pistorius.

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