martes, 1 de julio de 2014

“MADRES PERFECTAS”

La superación del concepto del pecado y la libertad para asumir este logro pueden producir una suerte de Paraíso privado en la Tierra; más aún si esto ocurre en un bello lugar, una playa de arenas blancas y mar tranquilo, que permita nadar y tomar sol como los seres primitivos, conectados con la naturaleza, gozando la vida.

Esta es una de las posibles interpretaciones de la cinta “Madres Perfectas” (2013), escrita y dirigida por la cineasta luxemburguesa Anne Fontaine y basada en la novela “Las Abuelas” de la Nobel británica Doris Lessing. Fontaine, de 54 años, había dirigido anteriormente once largometrajes, de los cuales sólo conocíamos “Coco Chanel” (2009), lo que obliga a repasar su filmografía de clara orientación feminista.

En este estreno, dos amigas entrañables desde la infancia, ya superados los 50 años de edad, Lil (Naomí Watts), viuda y dueña de una empresa constructora de veleros de lujo; y Roz (Robin Wright), dueña de una galería de arte, son vecinas frente a una playa maravillosa en algún lugar indefinido de Australia, lo que claramente refuerza el hecho de que es una locación casi abstracta.

La cinta comienza reforzando la especial amistad de ambas, mostrándolas de pequeñas en carrera hacia el mar, sin ningún grado de competitividad entre ellas, queriéndose libremente. Luego adultas mantendrán esta hermandad casi lésbica, como se los hace ver un pretendiente de Lil, compartiendo también a sus hijos treintañeros, Ian (Xavier Samuel) y Tom (James Frecheville), sorprendidas por la belleza de éstos, en una admiración sin reservas, en el concepto esteticista clásico.

Ian, un personaje que recuerda a Tadzio de “Muerte en Venecia” de Luchino Visconti (la cámara se solaza en su perfil helénico) es quien inicia el efecto dominó al seducir a su tía Roz, sin que ésta ofrezca mucha resistencia; lo que será replicado por Tom con su tía Lil, como un modo de equilibrar la identidad y la diferencia entre sus madres. Un cuarteto “incestuoso”, en el cual no tendrán cabida el esposo de Roz, Harold (Ben Mendelsohn), que emigrará a Sydney, ni las esposas de Tom, Mary (Jessica Towey) y de Ian, Hannah (Sophie Lowe), que a pesar de hacerlas abuelas, no podrán alterar el estadio más allá de la moral que construyen las inseparables amigas.

“Madres Perfectas” construye visualmente un interesante dilema entre lo moral y lo estético, en que éste último predomina, en una belleza sin culpa.

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