martes, 4 de marzo de 2014

“ELLA”

Hay cintas en las que queda clarísima la importancia de un buen guión, para el resultado final de lo que se da en llamar cine de autor o cine independiente, en alusión a los productos estandarizados y no muy creativos de la industria de Hollywood.

“Ella” (2013), filme escrito, dirigido y producido por el cineasta estadounidense Spike Jonze, es uno de estas extrañas películas, que llegan muy a los lejos a nuestras carteleras y que casualmente no gozan de la publicidad de otras cintas de mucho menor valor, pero que probablemente reportarán mayores réditos financieros.

Jonze, de 44 años, por lo demás, es de esos singulares cineastas estadounidenses imposibles de encasillar y que se involucran en cada una de las etapas del proceso de elaboración del filme. Con tres largometrajes anteriores, “¿Quieres ser John Malkovich?” (1999), “El Ladrón de Orquídeas” (2002) y “Donde Viven los Monstruos” (2009), Jonze ha demostrado ser uno de los directores más talentosos y originales del país del Norte.

“Ella” no es la excepción. Esta cinta cuenta la historia, en un futuro próximo pero incierto, de Theodore (Joaquín Phoenix), que trabaja como redactor en una empresa que se dedica a la escritura de cartas por encargo y en la cual el protagonista se destaca por escribir las mejores cartas de amor de la compañía. De este modo sucedáneo, y a través de conversaciones eróticas con desconocidas, Theodore vive el amor; ya que aún no logra superar la separación de su esposa Catherine (Rooney Mara), hace un año, de la cual lo asaltan recuerdos e imágenes a cada rato.

Todo se torna aún más delirante cuando Theodore contrata un sistema operativo femenino, llamado Samantha (voz de Scarlett Johansson), para que sea su compañía. La situación se hace más compleja porque ambos se enamoran, pasando todas las etapas de una pareja normal; dejando ver la soledad y la locura que potencialmente puede desarrollar la vida moderna.

Notable es la imagen de decenas de transeúntes que hablan solos, cuando en realidad están conversando con sistemas operativos; como una muestra de la incapacidad generalizada de dialogar y de comprometerse con otras personas. El desenlace es escalofriante e inesperado, aunque entrega un atisbo de esperanza; ya que Theodore se refugia en su vecina y amiga Amy (Amy Adams), que también se había separado y luego había contratado un sistema operativo, para que fuera su amiga.

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