martes, 3 de septiembre de 2013

“GINGER Y ROSA”

La adolescencia es uno de los períodos más importantes en el desarrollo de las personas, porque los jóvenes deben tomar decisiones respecto de sí mismo y de su futuro; lo cual muchas veces los lleva a enfrentarse con sus padres y con el mundo. Llevar al cine esta temática acertadamente requiere del realizador sensibilidad e inteligencia especiales, para que al espectador los personajes protagónicos le resulten creíbles y consistentes.

“Ginger y Rosa” (2012), dirigida y escrita por la británica Sally Potter, cumple a cabalidad con estas exigencias, entregando una cinta entrañable, con la historia de dos estudiantes secundarias londinenses, Ginger (Elle Fanning) y Rosa (Alice Englert), amigas como sólo se puede tener en esa época, en que se comparte absolutamente todo.

Potter, de 63 años, tiene una interesante trayectoria, poco conocida en Chile, salvo “Orlando” (1992), pero tiene otras cintas como “Los Buscadores de Oro” (1983), “La lección de Tango” (1997), “Vidas Furtivas” (2000), “Yes” (2004) y “Rage” (2009), que la convierten en una de las más importantes cineastas británicas de la actualidad.

La historia de estas dos amigas está ambientada en Londres, en 1962, durante la época de la crisis de los misiles cubanos, que podría haber conducido a una guerra mundial. Esto hace que las amigas tomen una opción diferente: mientras Ginger es una activa pacifista, Rosa está más preocupada de sus enamorados; lo que tiene directa relación con la relación con sus padres. El padre de Ginger, Roland (Alessandro Nivola) es un escritor comprometido, intelectual al igual que sus padrinos, Mark (Timothy Spall) y Mark 2 (Oliver Platt), quienes le presentarán a la activista feminista Bella (Annette Bening), lo que radicalizará aún más su opinión política, menospreciando a su madre, Natalie (Chistina Hendricks), por ser una dueña de casa. Por otro lado, Rosa necesita sentirse querida y segura, ante la indiferencia de su madre, Anoushka (Jodhi May), lo que la llevará por un camino equivocado, poniendo en riesgo la amistad entre ambas.

“Ginger y Rosa” logra transmitir de forma acertada la intensidad de esta amistad entre dos adolescentes que están descubriéndose a sí mismas, su libertad, su cuerpo y la posibilidad de tomar opciones y tener opinión frente a lo que ocurre en su país y en el mundo. En esta etapa crucial viven intensamente, valorando a quienes los rodean y que resulten ser modelos para imitar y amar; y rechazando a quienes les restrinjan la libertad.

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