martes, 24 de septiembre de 2013

“BIENVENIDO A LOS 40”

La comedia estadounidense es un caso. Oscila entre la comedia estúpida, uno de los máximos productos de la industria de Hollywood; pasando por la comedia de amor, dulzona y predecible; para llegar en el otro extremo a la comedia inteligente y original, y que da cuenta de la idiosincrasia del país del norte.

“Bienvenido a los 40” (2012), escrita, producida y dirigida por el cineasta estadounidense Judd Apatow; está a medio camino entre el primer y el último tipo de comedias cinematográficas. Apatow, de 45 años, había dirigido tres largometrajes que tienen similares condiciones: “Virgen a los 40” (2005), “Lío Embarazoso” (2007) y “Hazme Reír” (2009).

El guión, por ejemplo, tiene elementos interesantes. La cinta cuenta la historia de un matrimonio en que ambos cumplen 40 años: Debbie (Leslie Mann), que posee una boutique; y Pete (Paul Rudd), que es dueño de productora discográfica de música no comercial. Con dos hijas, Sadie (Maude Apatow), de trece años; y Charlotte (Iris Apatow), de unos ocho, el matrimonio enfrenta la crisis de los 40 de ambos, lo que los hace revisar su relación y la relación con sus padres, además de enfrentar una crisis financiera.

El padre de Pete, Larry (Albert Brooks) le ha pedido dinero toda su vida y nunca se la devuelve. Por otra parte, el padre de Debbie, Oliver (John Lithgow), es un exitoso cirujano de columna, pero ve a su hija cada siete años. Ambos, además, se separaron y volvieron a tener hijos, que prácticamente no conocen a sus hermanastros. Hay otros personajes secundarios que no resultan tan logrados, como las vendedoras de la boutique: Desi (Megan Fox), que para variar sólo explota su físico; y Jodi (Charlyne Yi), que tiene un humor un tanto estúpido; Jason (Jason Segel), el personal training de Debbie, bastante grosero; y Ronnie (Chris O’Dowd), el gerente de la productora, que no es muy asertivo como ejecutivo.

El problema es que la cinta trata la crisis existencial y matrimonial de los protagonistas de un modo superficial, en el cual lo importante es conseguir la risa fácil del público, lo que consigue el algunas circunstancias, más que entregar una visión o hacer reflexionar al espectador, en el tono agridulce que poseen las comedias de mayor calado. Afortunadamente, son pocos los momentos en que el filme cae en la vulgaridad, recurso tan facilista utilizado en muchas comedias estadounidenses; y se mantiene en un nivel de normalidad, lo que le da credibilidad y frescura.

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