Hay personajes que se transforman en
personas sólo cuando dejan de mentir y se enfrentan a la verdad de sus propias
vidas, apareciendo aquella como un imperativo ético; que curiosamente
transforma a estos individuos en seres extraordinarios, por el valor de someter
toda su existencia a un sismo de gran magnitud.
De esto trata “El
Vuelo” (2012), dirigida y producida por el cineasta estadounidense Robert
Zemeckis, quien no es un virtuoso del lenguaje cinematográfico, pero sí un buen
artesano que cuenta historias que creen en la superación humana y en la
posibilidad de algunos sujetos de construir destinos extraordinarios.
Zemeckis, de 61
años, habia dirigido en esta línea notorias cintas, como “Regreso al Futuro”
(1985) y sus dos secuelas; “¿Quién Engañó a Robert Rabbit?” (1988), “Forrest
Gump” (1994), “Contacto” (1997), “Náufrago” (2000), “Expreso Polar” (2004),
“Beowulf” (2007) y “Cuento de Navidad” ( 2009), que emocionan por momentos
porque sus personajes son de carne y hueso, con problemas humanos y grandes
conflictos que los enfrentan a sí mismos.
En el caso de “El
Vuelo”, el protagonista, “Látigo” Whitaker (Denzel Washington), es un avezado
piloto comercial, separado y con un hijo adolescente que no ve, y que tiene
severos problemas de alcoholismo y drogadicción. En esta desdichada veta, cada
vez que tiene un resbalón, es abastecido por su amigo, el dealer Harling Mays
(John Goodman), personaje notable por su singularidad.
Un día cualquiera,
después de una noche tempestuosa y una mañana de perdición, le toca pilotear un
avión defectuoso, con más de cien pasajeros, al que salvará milagrosamente por
su pericia única, muriendo cuatro pasajeros y dos azafatas, entre ellas su
amante. Este hecho cambiará su vida para siempre, la que se conflictuará hasta
una tensión insoportable. También conocerá en el hospital a la bella Nicole
(Nelly Reilly), también drogadicta; se reencontrará con su viejo amigo Charlie
Anderson (Bruce Greenwood) del sindicato y conocerá al abogado Hugo Lang (Don
Cheadle), fieles representantes de cómo se puede manipular la verdad.
Lo más interesante
del filme es el recorrido ético que debe realizar Whitaker para enderezarse y
poder mirarse otra vez al espejo.
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