La comedia no es un género
cinematográfico fácil, como muchos podrían pensar. Fundamental es que cuente
con un guión inteligente, que mezcle muy bien el humor con el retrato de una
cultura o de un grupo social, o al menos de un segmento dentro de este grupo,
en un corte temporal y geográfico determinado.
Esta ha sido la gracia de la
comedia italiana y francesa, especialmente; ya que se sustentan en guiones con
personajes claros y desarrollados, que
son expresiones manifiestas de un grupo social y cultural, en una época
histórica y en territorios determinados, con un tipo de humor que mezcla lo
dramático y lo cómico, tal cual se produce en la realidad que busca recrear.
Por otro lado, la comedia estadounidense oscila
habitualmente entre el humor idiota, con personajes burdos y actuaciones
sobrecargadas, y melodramas blandos, que no alcanzan a cuajar en una expresión
estética y menos a tocar las fibras de la emoción del espectador sensible e
inteligente.
“Qué Hago con mi Marido” (2012),
dirigida por el cineasta estadounidense David Frankel, se encuentra claramente
en el segundo grupo, en el cual muchas veces la idea original no es mala, así
tampoco las intenciones del director e incluso las actuaciones, como en este
caso; pero todo esto no es suficiente para que la cinta en su totalidad se
pueda considerar un producto recomendable ni logrado.
Frankel, de 53 años, había dirigido anteriormente
cuatro largometrajes: “Miami” (1995), “El Diablo se viste a la Moda” (2006),
“Una Pareja de a Tres” (2008) y “El Gran Año” (2011), en las cuales se repite
la misma situación: guiones mediocres, personajes insulsos y comedias que no
cristalizan, más allá de sus buenas intenciones, y que no justifican el producto final.
Este reciente estreno es la
historia de una pareja común y corriente, Arnold (Tommy Lee Jones) y Kay (Meryl
Streep), que lleva más de treinta años de casados y que ha caído en la rutina
más absoluta, con la ausencia de erotismo
y comunicación, lo que provoca que la esposa decida intentar salvar el
matrimonio, para lo cual contratará una semana de tratamiento con un sexólogo,
el doctor Feld (un poco creíble Steve Carell); luego de lo cual, mágicamente,
se reencontrarán.
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