De vez en cuando llegan a la
cartelera local cintas estadounidenses imperdibles, ligadas al cine
independiente y/o al cine de autor; que refrescan el panorama cultural
regional, aunque la mayoría de las veces no gozan de la publicidad que acompaña
a los sobreexplotados productos comerciales de la industria hollywoodense.
“Ruby Sparks, la Chica de mis Sueños” (2012), dirigida por
Jonathan Dayton y Valerie Faris, es una de estas películas de lo que se llama
cine independiente y que sin embargo logran un nivel estético que ya se lo
quisieran muchas cintas que cuentan con presupuestos millonarios.
Dayton, de 55 años, y Faris, de
54 años, son un matrimonio de cineastas que han dedicado toda su vida a dirigir
videos musicales y comerciales de publicidad, para grandes estrellas y
empresas, con singular éxito; el mismo que les permitió desarrollar su veta
personal y dirigir en 2006 su primer largometraje: “Pequeña Miss Sunshine”, que
de inmediato los posicionó como realizadores originales y dignos de atención.
Prestigio que ahora se ha visto
corroborado con su segundo largometraje, que ya configura un estilo,
consistente en el desarrollo de personajes comprometidos con su destino y
vocación, situaciones inesperadas y de alta creatividad y un lenguaje
cinematográfico claro y directo, al servicio de la historia y de sus elementos
más sobresalientes.
En este caso, la historia de un
joven novelista, Calvin Weir-Fields (Paul Dano), considerado un genio a partir
de su primera novela ya publicada (en varios momentos se hace alusión al
escritor Jerome Davis Salinger, en un claro paralelo), que tiene problemas de
sociabilidad, a pesar de la ayuda de su querido hermano Harry (Chris Messina) y
de su psiquiatra, el doctor Rosenthal (Elliot Gould); hasta que se hace real un
personaje de sus sueños y luego de su segunda novela, la espontánea y fresca
Ruby Sparks (Zoe Kazán, también guionista y productora del filme), que le
cambiará la vida para siempre; haciéndolo, después de un largo aprendizaje, una
mejor persona.
Personajes claves también son los
padres de Calvin: Gertrude (Annette Bening) y Mort (Antonio Banderas),
singularmente extrovertidos; en una cinta que no deja indiferente a los
espectadores sensibles y amantes del buen cine.
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