Resulta agradable ver como
algunos maestros del cine van dejando discípulos que recogen no sólo su estilo;
sino también un modo auténtico de crear, cuyo eje central es el hombre y sus
afectos, como única manera de darle sentido a la existencia.
Es el caso de Robert Lorenz, que
dirige su ópera prima, “Las Curvas de la Vida” (2012), y que durante muchos
años se había desempeñado como productor y asistente de dirección del gran
Clint Eastwood. De hecho este último es el protagonista de este estreno, Gus,
un buscatalentos del béisbol profesional de Estados Unidos, que se dedica a
buscar a las nuevas estrellas de este deporte en las universidades del país del
norte.
El problema es que Gus está quedando ciego, justo en el
período de contrataciones, y está a
tres meses de vencer su contrato con uno de los equipos más importantes de
Estados Unidos. Por otro lado, tiene una complicada relación con su hija, la
exitosa abogada Mickey (Amy Adams), también amante del béisbol; la cual será
clave en esta etapa de su vida, lo que implicará además el reencuentro y la
superación de sus diferencias.
En este sentido, claramente “Las
Curvas de la Vida” recoge la mejor tradición de las cintas de Eastwood, en las
que prima el valor de las relaciones afectivas, como en “Los Puentes de
Madison”, “Gran Torino”, “Río Místico” o “Un Mundo Perfecto”, que sutilmente se
encargan de señalarnos que la vida se justifica por la capacidad de entregarnos
a los demás.
En esta línea también funcionan
los personajes secundarios Pete (John Goodman), que lleva trabajando con Gus
treinta años y que lo valora tremendamente como amigo y como experto para
detectar a los talentos jóvenes; y Johnny (Justin Timberlake), un ex talentoso
lanzador, que se lesionó porque lo presionaron demasiado y que ahora busca un
lugar como relator de partidos y que se enamora de Mickey.
Lo más importante del filme, y
que se traduce en una cámara reposada y que se detiene en los gestos, es la
afectividad de los personajes y la solución de sus conflictos; cuyas vidas no
son grandes epopeyas, pero sí son fundamentales para sus seres queridos, los
que atestiguan que siempre puede ir creciendo la historia en común.
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