Se agradece cuando algunos
directores vuelven a sus comienzos y recuperan aquellas marcas de estilo que
los hicieron únicos y los convirtieron en autores.
Es el caso del estadounidense Tim
Burton, que en el último tiempo se había dejado llevar por el colorido y el
artificio, más que por la sencillez y claridad de historias y personajes, que
finalmente es lo que hace que las cintas resulten inolvidables e
imprescindibles.
Con “Frankenweenie” (2012),
basada en un corto que el propio Burton dirigió e ideó en 1984, el cineasta
volvió a la animación, su origen como realizador, nada menos que en los
Estudios Disney y que le ha dado grandes satisfacciones con cintas como “El
Cadáver de la Novia” (2005). Con posterioridad, Burton siempre se alimentó de
la imaginería de la historieta y la animación, con filmes como “Bettlejuice”
(1988), “Batman” (1989), “El Joven Manos de Tijeras” (1990), “El Retorno de
Batman” (1992), “Ed Wood” (1994), “Marcianos al Ataque” (1996), “El Jinete Sin
Cabeza” (1999), “El Gran Pez” (2003), “Charlie y la Fábrica de Chocolates”
(2005) y “Alicia en el País de las Maravillas” (2010), que sin duda
configuraron una obra sólida, con características góticas y expresionistas, que
dan cuenta de una visión más bien oscura del mundo.
En “Frankenweenie”, a través de la historia de un niño,
Víctor Frankenstein y de su perro, Sparky, Burton vuelve a aquellas historias
plenas de humanidad, con personajes que emocionan y que recogen el espíritu de
las viejas leyendas, que se encuentran en el imaginario colectivo.
En blanco y negro, Burton
sorprende con dibujos de gran originalidad, que resultan de interés tanto para
adultos como para niños, configurando un clásico alrededor de su propia obra y
estilo; ya que recuerda la estética de películas como Bettlejuice, El Joven
Manos de Tijeras, Ed Wood o El Jinete sin Cabeza; con planos de luces y de
sombra y fuertes rasgos expresionistas.
“Frankenweenie”, sin aspavientos
ni artilugios, emociona al espectador, con una historia bien construida, una
imaginación que recoge todos aquellos elementos que impresionan en la infancia
y que marcan para siempre la sensibilidad de algunos individuos especiales.
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