martes, 6 de diciembre de 2011

“CAMINO A LA LIBERTAD”

La historia humana está plagada de grandes héroes desconocidos, que tal vez no han cambiado el rumbo de la civilización ni siquiera de un país; pero que renuevan la fe en esta desprestigiada especie.

Este rescate de pequeñas historias heroicas es una constante del cine del australiano Peter Weir que, en “Camino a la Libertad” (2010), basada en la novela “El Largo Camino: la Verdadera Historia del Camino a la Libertad” del polaco Slavomir Rawicz, cuenta la travesía verídica de seis prisioneros políticos de la cárcel soviética de Siberia, que escapan en 1941 y que caminan seis mil quinientos kilómetros, a través del Desierto de Gobi, el Tibet y los Himalayas, para llegar un año después a la India, que aún dependía del Imperio Británico.

Weir, de 67 años, se destacó por un primer período australiano, en que combina lo mágico y lo épico, con cintas como “El Misterio de las Rocas Colgantes”, “La Ultima Ola”, “El Año que Vivimos en Peligro” y “Gallipoli”. Luego, inicia la etapa estadounidense, donde mantiene sus preocupaciones, pero con un énfasis mayor en los choques de culturas, con filmes como “Testigo en Peligro”, “La Costa Mosquito”, “La Sociedad de los Poetas Muertos”, “Sin Miedo a la Vida”, “Truman Show” y “Capitán de Mar y Guerra”.

En “Camino a la Libertad”, el protagonista, Janusz (Jim Sturgess), a poco de llegar a Liberia demuestra sus ansias de libertad y se asocia con Khabarov (Mark Strong), quien lo hace creer en el escape, pero que finalmente no lo acompaña. En este trance, se asocia con un estadounidense, Mr. Smith (Ed Harris) y dos polacos, un letón y un lituano, Kazik (Sebastián Urzendowsky), Tomasz (Alexandru Potrean), Voss (Gustaf Skarsgard) y Zoran (Dragos Bucur); a los que se suma el matón ruso Valka (Colin Farell) que los acompaña hasta la frontera con Mongolia e Irena (Salirse Ronan), una polaca de 17 años, que se les acoplará en el camino.

Acertadamente, el foco de la cinta está en la lucha y persistencia de este grupo por sobrevivir y por alcanzar el objetivo que se han trazado. Incluso el final, una proyección figurada de un supuesto reencuentro de Janusz con su esposa, resulta innecesario, ya que lo central del filme es la épica travesía, colmada de solidaridad y amor propio.

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