martes, 5 de abril de 2011

“AGORA”

Recrear la historia pasada de la humanidad, en forma seria, es una de las posibilidades más atractivas del cine. El peligro es caer en la megalomanía y privilegiar los aspectos escenográficos y de vestuario, por sobre la recuperación del “espíritu” de la época pretérita; es decir hacer sumergirse al espectador en la forma de vida, en la cultura que se propone revivir. En “Agora” (2009), el director y guionista chileno-español Alejandro Amenábar, nos transporta a los últimos días de apogeo de la ciudad de Alejandría, alrededor del año 400 d.C., cuando todavía era controlada por los romanos, pero con creciente dominio del Cristianismo, que convivía con el Judaísmo y las antiguas religiones egipcias. El modo concreto es a través de la historia de Hypatia de Alejandría, considerada la primera mujer científica de la Historia occidental, la que inevitablemente sufrió el machismo y la intolerancia, antivalores que han recorrido todas las civilizaciones, por lo cual la temática mantiene su vigencia. Hypatia (Rachel Weisz) nació en 370 d.C. y falleció en marzo de 415, asesinada por un grupo de fanáticos cristianos, los parabolianos, encabezados por Ammonius (Ashraf Barhum); luego de ser acusada de bruja y hereje por el obispo cristiano Cirilo (Sami Samir), el que después de muerto fue declarado Santo por la Iglesia Católica. La protagonista, hija de Teón (Michael Lonsdale), que fuera director del Museo (universidad de la época), tuvo una educación excepcional y llegó a ser filósofa, matemática y astrónoma, notable profesora del Museo y directora de la Biblioteca de Alejandría, amén de reconocida por su belleza, la que entregó a la ciencia y el pensamiento, ya que nunca se casó ni tuvo hijos. Entre sus alumnos tuvo al romano Orestes (Oscar Isaac), que luego llegara a ser Prefecto de Alejandría y al cristiano Synesius (Ruperto Evan), que luego fuera obispo de Cirene. Ambos la protegieron mientras pudieron, al igual que su antiguo esclavo Davus (Max Minghella), convertido al cristianismo, pero el temor a la ciencia y el pensamiento atentaban contra la fe ciega y el dogmatismo. Amenábar, de 39 años, y que había dirigido “Tesis” (1995), “Abre los Ojos” (1997), “Los Otros” (2001) y “Mar Adentro” (2004); realiza en “Agora” una puesta en escena admirable, que reinterpreta con fidelidad el espíritu de Alejandría; pero con distanciamiento, que se traduce en frialdad y falta de emoción. La escenografía, la ambientación, el vestuario, el maquillaje están dispuestos con naturalidad, pero en una visión sin compromiso; tal vez porque Amenábar quería que los hechos hablaran por sí mismos, con un afán documentalista, para rescatar la historia de Hypatia, una mujer notable y precursora que, como tal, sufrió los embates de la ignorancia y de la envidia.

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