jueves, 17 de febrero de 2011

“127 HORAS”

Últimamente han arreciado en la cartelera los filmes basados en hechos reales. La verdad es que desde el punto de vista estrictamente cinematográfico esto no es relevante, ya que una cinta debiera ser evaluada por la visión de mundo que transmite, a través de un acertado uso del lenguaje cinematográfico, más allá del argumento.

Se entiende que hacer una película sobre hechos reales tiene el objetivo de demostrar que en mucho casos la realidad puede superar a la imaginación más afiebrada; pero no es vinculante con la calidad de un filme ni siquiera de su guión.

Y la verdad es que el compromiso emocional del espectador con los acontecimientos de los protagonistas de una cinta es inmanente al séptimo arte, por la condición de verdad que le otorga el público a las imágenes, más allá de que le digan que el argumento está basado en la vida real de alguien .

“127 Horas” (2010), dirigida, escrita y producida por el cineasta británico Danny Boyle, basa sus logros en el buen guión y en el buen uso del lenguaje cinematográfico, que permiten transmitir al espectador la angustia y la situación dramática que vive el protagonista, Aron Ralston (un excelente James Franco).

La cinta cuenta la historia de Ralston, de hecho se basa en su libro autobiográfico “Entre la Espada y la Pared”, ingeniero dedicado al excursionismo, quien se dispone a recorrer el Cañón Blue John, en Utah, en bicicleta, caminando y escalando en forma solitaria. En esta travesía se cruza con las jóvenes excursionistas Kristi (Kate Mara) y Megan (Amber Tamblin), lo que hace suponer un filme de terror o policial, con los típicos toques eróticos.

Nada más alejado de la realidad. Ralston queda nuevamente solo y vive una aventura escalofriante, llevada a la angustia total por el buen oficio de Boyle. Por el desprendimiento de una roca, cae y su mano derecha le queda atrapada, pasando 127 horas de horror antes de tomar una determinación limítrofe, fracción de tiempo que el director maneja con un realismo agobiante, que logra traspasar al espectador el drama del protagonista.

Boyle, de 54 años, que había dirigido las buenas películas “Tumba Superficial” (1994), “Trainspotting” (1996), “Una Vida menos Ordinaria” (1997), “La Playa” (2000), “28 Días Después” (2002), “Millions” (2004), “Sunshine” (2007) y “Slumdog Millionaire” (2008), establece un trabajo de cámara y un montaje apropiado para esta verdadera tortura que sufre Ralston durante 5 días y 7 horas, período que da el nombre a la cinta.

La desesperación, la valentía, la inteligencia, los recuerdos (se ve a sí mismo a los cinco y diez años, junto a sus padres y amigos) y las ganas de sobrevivir de Aron se ven magníficamente llevadas a imagen por un trabajo de cámara desde adentro y encima de la situación, tanto que por momentos ver el filme se hace insoportable y doloroso, en una manifestación del buen trabajo de Boyle.

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