viernes, 14 de enero de 2011

“EL GRITO 3”

No sólo están de moda las secuelas y los remakes de viajes cintas que fueron un logro; sino que ahora se está haciendo práctica hacer versiones estadounidenses de éxitos recientes del Lejano Oriente, especialmente filmes de terror japoneses.

Para esto no les basta a los estudios norteamericanos con comprar los derechos de dichas cintas, sino que, en muchos casos contratan a guionistas y directores originales para que participen en la versión estadounidense, con distintos grados de acierto.

Es el caso de “El Grito” (2003) dirigida por Takashi Shimizu, que al año siguiente tuvo su versión estadounidense. “El Grito 3” es una secuela norteamericana, en la cual participó Shimizu como guionista y productor, y que fue dirigida por Toby Wilkins, cineasta británico de 38 años, que sólo había dirigido la cinta de terror “Splinter” (2008).

En esta saga se recoge el origen del conflicto original, mediante flashback, para que el espectador recién llegado entienda la historia: un marido dominante que mata a su esposa Kayako (Aiko Horiuchi) e hijo y luego se suicida, desencadenando una verdadera maldición en la casa de la tragedia, la cual es exportada a Estados Unidos, a un edificio de Chicago, por la hermana de la sobreviviente de la primera versión.

Precisamente “El grito 3” comienza con la muerte de Jake (Matthew Knight), último sobreviviente de la familia de estas hermanas; con lo cual la maldición se propaga por todo el edificio, afectando al mayordomo, Max (Gil McKinney), a su hermana Lisa (Johanna Brady); al novio de ésta, Andy (Beau Mirchoff), a la pintora Gretchen (Marina Sirtis); a la psiquiatra de Jake, la Dra. Sullivan (Shawnee Smith).

La única que no es afectada por la maldición es la pequeña Rose (Jadie Hobson), hermana menor de Max y Lisa, al parecer por su pureza. La trama se complica más cuando aparece en Chicago, proveniente desde Japón, la hermana menor de Kayako, Naoko (Emi Ikehata), con el objetivo de romper el maleficio, para lo cual debe hacer una extraña ceremonia, en la que participen Lisa y Rose, y en la cual ésta última debe beber sangre de su hermana muerta.

Como se ve, la trama se va tornando, en cada secuela, cada vez más enredada y forzada; lo cual le resta credibilidad y valor a cada nueva versión a pesar de que participen los creadores originales; ya que se percibe claramente que el interés de seguir exprimiendo la historia es principalmente comercial.

Desde el punto de vista visual, los fantasmas de Kayako y su hijo, de un blanco de maquillaje, ya no resultan tan aterradores como en la versión original japonesa; y lo más terrible es que, por el final, se anuncia una cuarta secuela, ya que Naoko termina mirando al espectador con el rostro totalmente empolvado de blanco.

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