martes, 2 de noviembre de 2010

“SANGRE Y AMOR EN PARIS”

En el cine hay un misión difícil: lograr un equilibrio entre la acción y el desarrollo de los personajes; de modo que el resultado no sea demasiado deudor del teatro y por otro lado que no sea una simple sucesión de acontecimientos, sin profundidad.

No obstante, curiosamente, hay fanáticos para ambos extremos: para los filmes de acción pura, que generalmente tienen un ritmo vertiginoso; y para las cintas con bastante diálogo, que ocurren en pocas locaciones y en espacios más bien cerrados. Estas últimas habitualmente tienen un ritmo más cancino.

“Sangre y Amor en París” (2010), dirigida por el francés Pierre Morel, basada en una historia del cineasta galo Luc Besson, tiende a inscribirse en el primer extremo: una sucesión rapidísima de secuencias y escenas de acción, ambientadas en la Ciudad Luz, lo que evidentemente es un atractivo adicional.

El problema es que al exagerar y abusar de la acción, se descuida el desarrollo psicológico y motivacional de los dos protagonistas, el funcionario de la embajada de Estados Unidos en Francia, James Reece (Jonathan Rhys Meyers), que lo único que desea es ser agente secreto; y el agente norteamericano, pero nada de secreto, Charlie Wax (un calvo John Travolta).

El buen nivel actoral de ambos permite salvar a medias la carencia de densidad de los personajes, que finalmente aparecen como los típicos superagentes estadounidenses, que luchan desde el lado del bien contra el deleznable terrorismo de todos aquellos que así son catalogados por el país del norte.

Lo más probable, en todo caso, es que la cinta no tenga mayores pretensiones que la de sólo entretener, lo cual lo logra, si es que el espectador es de aquellos que gozan con persecuciones, balaceras, peleas, con algunos toques de humor y erotismo, como el que aporta la pareja de James, Caroline (Kasia Smutniak), la cual no sólo sorprende con su belleza, sino también con su traición.

Del director, Pierre Morel, poco es lo que se sabe en Chile. De 46 años, con estudios de cine y con una carrera como camarógrafo y director de fotografía, sus dos primeras películas no han sido estrenadas en Chile: “Distrito 13” (2004) y “Taken” (2008). Si nos atenemos a lo que sabemos de él luego de ver “Sangre y Amor en París”, podemos concluir que es buen artesano, con manejo de la puesta en escena en difíciles situaciones; pero la verdad no sabemos cómo enfrentaría situaciones y personajes de mayor profundidad.

En esta cinta, los citados agentes, que forman toda una pareja, se dedican a enfrentarse a chinos, rusos, árabes, en forma bastante estereotipada, en una frenética sucesión de escenas rápidas y violentas, que nos recuerdan que el servicio secreto estadounidense es invencible, al menos en el cine.

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