viernes, 15 de octubre de 2010

“DRAMA”

Muchos opinan, con cierta razón, que la mayoría de la temática del cine chileno actual gira en torno al período de la dictadura y sus secuelas; aspectos de la realidad que me parecen absolutamente válidos, pero también es verdad que se echan de menos otros tópicos que den cuentan de la diversidad de intereses que tiene toda sociedad culturalmente activa.

Por eso, en primera instancia, es que “Drama” (2010), dirigida, escrita y producida por el cineasta nacional Matías Lira; llama la atención, ya que trata temas propios de la creación y sus búsquedas; y específicamente del aprendizaje teatral y de la representación, como camino para conocer las propias posibilidades y los límites de la realidad.

Lira, de 35 años, con estudios de Teatro en la Academia de Fernando González y de Cine en Estados Unidos, había dirigido anteriormente en televisión y “Drama” es su primer largometraje, lo que hace aún más meritorio el resultado final del filme que, aunque disparejo, da cuenta de un talento innegable y de que Lira tiene cosas que mostrar y decir.

El punto de partida para la cinta es una academia de teatro en la que tres estudiantes tratan de dar con lo que les solicita su exigente profesor de actuación, Dante (Jaime Mc Manus); básicamente que pongan pasión y las vísceras en sus interpretaciones, para lo cual les enseña los preceptos de la teoría del Teatro de la Crueldad del dramaturgo, poeta, actor y director francés Antonin Artaud (1896-1948), fundamental en los movimientos de vanguardia teatral y estética del siglo XX.

María (Isidora Urrejola), Mateo (Eusebio Arenas) y Angel (Diego Ruiz) son los protagonistas de la cinta y de esta búsqueda por conocer sus límites de experimentación y por alcanzar los exigentes estándares de calidad y entrega que les coloca su profesor y las teorías de Artaud. En este trance bucean en su sexualidad, en la violencia y no sólo dentro de la escuela, sino que salen a los bajos fondos de la ciudad, para lo cual Lira recurre a la vida nocturna del Barrio Bellavista y parque Forestal de Santiago, entregando una visión oscura y decadente de la urbe.

Prostíbulos, cabaret y la calle son el escenario apropiado para que los tres jóvenes, que reflejan no sólo las preocupaciones de los estudiantes de teatro sino de este grupo etario en general. En este divagar que, aparte de transformarlos debe concluir en una presentación ante el profesor y el curso, aparecen personajes no del todo logrados como el mafioso Don Tonny (Alejandro Trejo) y el cabrón Max (Benjamín Vicuña), por su tratamiento un tanto esquemático.

Esto no ocurre con Johnny (Eduardo Paxeco), dealer que los visita en la escuela y que juega de nexo entre los dos mundos; y los padres de Mateo (Alejandro Goic y Fernanda Urrejola), personajes bien construidos, con una importante carga freudiana, que se traduce en imágenes sugerentes y cargadas, como ocurre en general con casi toda la imaginería de este interesante filme.

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