viernes, 30 de julio de 2010

“KARATE KID”

Tanto remake en el cine hollywoodense está probando que definitivamente se les acabaron las “buenas ideas” a los genios de la Meca del cine y que piensan que reeditando producciones, que en sus años fueron exitosas, garantizarán nuevos réditos económicos.

El problema es que rara vez un remake, salvo que sea realizado por un verdadero autor como homenaje o recreación personal de la cinta original, alcanza o supera el nivel de la primera versión, aunque éste no haya sido muy alto.

Este el caso de “Karate Kid” (2010), dirigida por el holandés-noruego Harald Zwart, remake de la cinta homónima que dirigió con singular éxito en 1984 John Avildsen, con las actuaciones de Ralph Macchio y Pat Morita; tanto que generó en su tiempo versiones 2 y 3 y “El Nuevo Karate Kid”.

En esta nueva réplica, el rol protagónico recayó en el hijo de Will Smith, Jaden, quien encarna a Dre Parker, un niño de doce años, que debe viajar a China junto a su madre viuda, Sherry (Taraji Henson), por un traslado laboral de ella, donde sufrirá por el cambio de vida, de idioma y por el bulling del que será víctima en su nuevo colegio, por enamorarse de una simpática y talentosa compañera, Meiying (Wennen Han), suerte de “propiedad” del jefe de la pandilla del curso.

Cuando ya la situación de maltrato no da para más recibirá la ayuda del encargado de mantención del edificio donde vive, Mr. Han (Jackie Chan), un camuflado maestro del Kung Fu, quien muy a pesar suyo deberá enseñarle para prepararlo para un gran campeonato; donde por supuesto disputará la final con el matón del colegio.

La trama, que como se ve mantiene la original historia de aprendizaje y amistad, en la cual se postula que el Kung Fu es un modo de vida más que un arte marcial; está basada en el cuento “A Veces el Corazón de la Tortuga” de Kenzaburo Oé.

El resultado de esta nueva versión está basada en la relación de amistad, tanto entre Dre y Meiying como en la del primero con Mr. Han. La verdad es Jaden Smith aún no está lo suficiente maduro como para sostener la trama de una cinta y resulta incluso menos acertado que su joven co-protagonista.
Lo mejor de la cinta radica en Jackie Chan, quien demuestra que también puede actuar y con bastante sutileza; ya que no necesita recurrir al humor fácil tipo gag ni a sus reconocidas capacidades en las artes marciales. Construye un personaje que no tiene el misterio de Bruce Lee ni la profundidad de David Carradine, pero su personaje es amable y creíble; lo cual de todos modo es insuficiente para sostener un filme bastante básico en lo cinematográfico y en lo literario.

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