Se agradece cuando presenciamos una comedia romántica distinta, sobre todo de la industria cinematográfica de Hollywood. Ya no cargada de melodrama ni de frivolidad extrema; sino de humor y existencialismo, con personajes creíbles e inteligentes.
Es el caso de “500 Días con Ella” (2009) del debutante cineasta estadounidense Marc Webb, de 35 años; que con un guión novedoso y buenas actuaciones, produce una comedia amable y original.
Su verdadero título (“500 Days of Summer”) es un juego de palabras, ya que significa 500 días de verano, aunque Summer hace referencia también a Summer Finch (Zooey Deschanel), el objeto del deseo por parte del protagonista, Tom Hansen (Joseph Gordon-Levitt).
La cinta, entonces, es un ciclo, una estación, en la vida de Tom, que se enamora perdidamente de Summer, apenas la ve, cuando ésta llega a trabajar como secretaria de su jefe. Tom es un arquitecto un tanto frustrado e inseguro, que trabaja como inspirado redactor en una empresa de Tarjetas de Felicitación y otros clichés.
Summer emana un encanto muy particular que llama la atención y el enganche entre ambos se produce en un ascensor, gracias al gusto común por la música de The Smiths, cuyas canciones nos hablan precisamente de historias de amor espontáneas y libres, aunque Tom no le encuentra sentido a la vida sin un gran romance, a diferencia de Summer que no cree en el amor.
La relación de esta singular pareja de ve aderezada por los dos amigos de Tom: Mc Kenzie (Geoffrey Arend), desadaptado y franco; y Paul (Matthew Gray Gubler), casero y conservador; aunque la prudencia y el consejo oportuno curiosamente lo aportará la hermana menor de Tom, Rachel (Chloe Moretz), desmitificando este asunto de la madurez.
Webb construye la narración con saltos en el tiempo, tanto hacia delante como hacia atrás, deteniéndose en cualquiera de estos 500 días, lo que le da al filme un importante dinamismo y un ritmo ligero y juvenil; con diálogos y situaciones que expresan a cabalidad el estado del arte de la relación entre Tom y Summer, en las distintas paradas de esta verdadera tómbola con 500 casilleros.
Esta estructura temporal, además, deja claro que lo importante no es el resultado de la relación, el final, como en muchas comedias románticas; sino el mostrar y establecer cómo se construyen verdaderamente las relaciones, cuando en muchos casos uno se enamora y el otro no, con la tristeza y el aprendizaje que eso acarrea.
Esto se ve reforzado en la escena final, cuando Tom, ya reconciliado con la arquitectura, acude a una entrevista de trabajo y se encuentra con otra aspirante, que curiosamente lo ha visto a él antes en su parque favorito y que se llama Autumm (Minka Kelly), otoño, la siguiente estación después del verano, en un desenlace abierto y sugerente.
Alvaro Inostroza Bidart
jueves, 18 de marzo de 2010
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