jueves, 18 de febrero de 2010

“EL HOMBRE LOBO”

Hacer un remake es una dificultad mayor si el director de la nueva versión no es capaz de establecer una impronta personal y creativa al filme en cuestión; más aún si se trata de recrear la historia de un personaje que es parte de las leyendas más antiguas y tradicionales de la cultura occidental.

En el caso de “El Hombre Lobo” (2010), dirigida por Joe Johnston, el resultado no supera dichas dificultades y el producto se enreda en los efectos especiales y en la escenas de acción; y no pasa de ser una cinta de buena factura técnica, entretenida y evidentemente comercial, sin que se aprecie la mano o el ojo del director en forma notoria.

También se podría decir que esta película es buen ejemplo para afirmar que no basta con tener buenos actores para lograr una buena película; ya que el hombre lobo, Lawrence Talbot, es interpretado por el eficiente Benicio del Toro; y su padre, Sir John Talbot, por el talentoso Anthony Hopkins, pero sus personajes carecen de profundidad y no desarrollan el conflicto de ser inmortales y salvajes asesinos, incluso con el terrible destino de matar a sus seres más queridos. Actores secundarios son Emily Blunt (Gwen Conliffe), Geraldine Chaplin (Maleva) y Hugo Weaving (Abberline), cuyos personajes tampoco logran convencer al espectador.

La leyenda del hombre lobo se remonta a los orígenes de la humanidad y ya se encuentra presente en la mitología griega; pero sus características modernas fueron establecidas por la versión fílmica, que dirigió George Waggner en 1941 y que protagonizó Lon Chaney Jr. y que lo hizo mundialmente famoso, porque su genial transformación la logra sólo con maquillaje. Dichas particularidades eran que el hombre se transformaba en lobo con la luna llena, que se contagiaba con la mordedura de otro licántropo y que sólo podía ser eliminado con el disparo de balas de plata.

Con posterioridad, el remake más interesante fue el dirigido por Mike Nichols en 1994, denominado “Wolf”, y protagonizado por Jack Nicholson y Michelle Pfeiffer., donde efectivamente el cineasta estadounidense, de origen alemán, logra infundirle un nuevo aliento a la vieja leyenda.

Johnston, de 59 años, la verdad no logra superar su historial y realiza una cinta de corte comercial, que no sólo no profundiza en el mito, sino que además no logra establecer un estilo audiovisual propio, a pesar de que claramente se inspira en aquella antigua versión de Waggner. Sus anteriores cintas señalan que tal vez no era el nombre más apropiado para lograr este objetivo: “Querida, encogí a los Niños” (1989), “Rockeeter” (1991), “Pagemaster” (1994), “Jumanji” (1995), “Cielo de Octubre” (1999), “Jurasic Park III” (2001) e “Hidalgo” (2004), filmes de entretención, funcionales a las exigencias de mercado de la industria hollywoodense.

En “El Hombre Lobo”, Johnston se deja llevar por una excesiva preocupación por recrear los lúgubres paisajes e interiores de la Inglaterra del siglo XIX; y por los efectos especiales para mostrar la transformación de los Talbot en seres salvajes y poderosos; siendo que la maldición de la bestia, el fondo de esta leyenda, había sido captada y expresada hace 70 años por Lon Chaney Jr. con harta más magia y misterio, sólo con su maletín de maquillaje y mucho genio.


Alvaro Inostroza Bidart

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