Las circunstancias y la voluntad son factores determinantes en la resolución de muchas vidas, más aún cuando éstas participan en encrucijadas de la historia y finalmente optan por la mejor alternativa, dentro de las posibilidades que les da su educación, sus valores y su sensibilidad.
Esta es una de las tantas lecturas que tiene la cinta “El Lector” (2008), del cineasta británico Stephen Daldry, basada en la novela homónima del escritor alemán Bernhard Schlink; y que cuenta, de modo no lineal, la historia del abogado Michael Berg (Ralph Fiennes) y de Hanna Schmitz (Kate Winslet), atravesando la historia de Alemania desde la década del ’50 hasta la actualidad.
De hecho, la narración comienza cuando Michael tiene 15 años y es ayudado, en los primeros síntomas de una enfermedad respiratoria, por Hanna, inspectora de tranvía, quien lo lleva a su departamento, produciéndose de inmediato una historia de atracción entre ambos. De ella hacia él porque le descubre la maravilla del cuerpo y del sexo; y de él hacia ella porque se transforma en su lector de textos clásicos, ya que ella es analfabeta.
En esta parte se producen algunas de las escenas más notables del filme; por la emoción del descubrimiento del erotismo, a través de los sentidos de Michael; y por otro lado, el goce extasiado de Hanna ante textos como “La Odisea” de Homero o el cuento “La Dama del Perrito” de Antón Chejov, texto que será clave en la cinta, tanto por la relación de amor imposible entre los amantes, que relata el cuento y que es espejo de la relación entre ambos, como por su aparición en momentos claves del filme, y que demuestran el sino trágico y predeterminado de vidas como la de Hanna y Michael.
Daldry tiene la maestría para construir dos personajes protagónicos diferentes, pero que se aman y se comprometen en la medida de sus posibilidades, con una pasión tan inmensa que marcará sus vidas, que girarán en torno a la culpa, al resentimiento y a la nostalgia de lo que pudo haber sido.
El director británico, de 48 años, había dirigido con anterioridad dos largometrajes: “Billy Elliot” (2000) y “Las Horas” (2002), dos cintas que ratifican a las claras su capacidad de construir mundos extraordinarios, que sin embargo nos hablan de las posibilidades que tiene el ser humano para construirse su propio destino, a pesar de las adversidades y de las limitaciones.
En “El Lector”, las limitaciones de Michael son su juventud, su retraimiento y su cobardía; y las de Hanna, su analfabetismo, su falta de educación y su orgullo; las cuales impiden que su maravilloso encuentro, que los deslumbra y los enamora, dure mucho; así como aquel hace que el espectador se emocione y simpatice con ambos, a pesar de los juicios morales que en determinado momento puedan recaer sobre ambos.
La consecuencia de los personajes y del filme permite que el espectador perdone sus carencias, sus errores y sus actos fallidos; y se guarde los juicios condenatorios, ya que nos muestra el recorrido de dos seres humanos, complejos y marcados por sus historias personales.
viernes, 11 de diciembre de 2009
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