La manipulación de las masas ha sido clave a lo largo de la historia humana para la instalación de gobiernos autocráticos, es decir con el poder concentrado en una sola persona; lo que ha habitualmente se ha conocido como monarquía absoluta, tiranía o dictadura.
El Tercer Reich en Alemania fue sin duda un gobierno autocrático, en que los ciudadanos otorgaron y permitieron que el poder se concentrara en un solo individuo, Adolf Hitler; lo que posibilitó la discriminación y eliminación de millones de judíos y de otros grupos étnicos “inferiores”.
La posibilidad de que esta situación pueda repetirse es el tema de la cinta alemana “La Ola” (2008), dirigida y escrita por el cineasta germano Dennis Gansel; basada en la novela homónima del escritor estadounidense Morton Rhue, publicada en 1981, a partir de una experiencia que efectuó el profesor Ron Jones, en un Instituto de Palo Alto, California, con estudiantes secundarios, en 1967.
Gansel, de 36 años, dirigió anteriormente “El Fantasma” (2000), “El Amanecer” (2001), “Madchen, Madchen” (2001) y “Napola” (2004); y es una de la figuras interesantes de las nuevas generaciones de cineastas alemanes.
En la cinta “La Ola”, el profesor de un colegio alemán, Rainer Wenger (Jurgen Vogel) del ramo de Ciencias Políticas, en un proyecto semanal de Autocracia, demostrará la capacidad de manipulación que se establece sobre un grupo cuando el poder se concentra en una persona, sobre los preceptos de disciplina, comunidad, orgullo y acción.
Realiza un experimento con los alumnos, que empieza como juego pero que termina trágicamente, al perder el maestro el control sobre las consecuencias de la experiencia fuera de las aulas y sobre el comportamiento de los jóvenes. El profesor, que además es entrenador de la selección de water polo, tiene problemas de autoestima y de valoración por sus pares; lo que le lleva a conflictuar la relación con su mujer y colega, Anke (Christiane Paul) y a no tener la capacidad para monitorear adecuadamente las consecuencias en el grupo y en algunos alumnos más proclives al fanatismo y a la pérdida de raciocinio y voluntad propios.
Con cosas simples como el saludo, la forma de sentarse y la respiración se producen cambios en ellos desde el comienzo, atrayendo su interés y mejorando su rendimiento. En los siguientes días se irán transformando en un movimiento, al que llamarán La Ola y al que se integrarán de otros cursos, con un saludo, logo y uniforme propios, que provocarán la segregación hacia quienes no se incorporan; y posteriormente el fanatismo, el vandalismo y actitudes francamente fascistas.
Es interesante como el guión del filme presenta una amplia variedad de personalidades entre los estudiantes, que reaccionan de diferente manera ante el juego-experimento. Están los que lo rechazan de inmediato, cambiándose de curso; los que se rebelan, pero intentan modificar las conductas desde dentro; los que se sienten atraídos desde fuera por sus características más superficiales y los que en definitiva, la mayoría, se sienten seducidos por el poder y satisfacción que otorga pertenecer a La Ola, embrión y reflejo del origen de todas las dictaduras.
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miércoles, 25 de noviembre de 2009
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