viernes, 23 de octubre de 2009

“VITUS”

A veces destacamos estrenos no sólo por su propuesta estética, sino también porque representan a cinematografías que raramente están presentes en la cartelera de los cines locales; y que ratifican el hecho de que el cine, amén de ser una creación personal, también es un objeto que refleja la idiosincrasia de otras culturas, en ocasiones muy distantes y disímiles.

“Vitus” (2006), dirigida y escrita por el cineasta suizo Fredi Murer, aparte de acercarnos a una trayectoria artística prácticamente desconocida en Chile, nos recuerda que existen otras culturas, aparte de la estadounidense y de la nuestra, para sumergirnos en el modo de ser de los suizos, con características tan especiales, como su tremendo amor a la música y su multilingüismo, que determina su apertura a otras culturas y naciones como la germana, la británica, la francesa y la italiana.

Murer, de 68 años, tiene una respetable carrera como director, a pesar de no ser tan prolífico, con largometrajes como “Pacífico o los Bienaventurados” (1965), “Hecho en Suiza” (1968), “Zona Gris” (1979), “Fuego Alpino” (1985), “La Verde Montaña” (1990) y “Luna Llena” (1998), de las cuales ninguna se ha estrenado comercialmente en la región.

“Vitus” cuenta la historia de un niño prodigio del mismo nombre, entre los seis y los doce años, cuyo talento para tocar el piano clásico y su inteligencia son impresionantes e ilusionan a sus padres, Leo von Holzen (Urs Jucker), exitoso diseñador industrial y Helen (Julika Jenkins), que deja su trabajo para dedicarse exclusivamente a cuidar a Vitus, con la posibilidad de administrar la vida de un genio.

Con seis años, Vitus (Fabricio Borsani) es bastante dócil y cede con relativa facilidad a las presiones de sus padres, para dedicarle largas horas al estudio del piano y someterse a la presión que significa ser un niño totalmente diferente al resto y del cual se esperan grandes cosas, lo que le impide tener una vida normal. Su único refugio es su solitario abuelo (Bruno Ganz, en una actuación notable), inventor y mueblista, que lo trata con toda naturalidad y le enseña a seguir sus propios impulsos y deseos, a pesar de las intenciones que puedan tener sus padres para su vida.

Cuando reaparece Vitus ya con doce años (Teo Gheorghiu), logra de algún modo controlar su vida y convence a sus padres que ha perdido todo su talento, producto de un golpe simulado en su cabeza. Esta es la parte más interesante de la cinta, en que se muestra como lucha para tener una vida aparentemente normal, a pesar de que la música y el genio matemático inevitablemente saldrán a flote, una por necesidad de expresión personal y el otro, ante las penurias económicas primero de su abuelo y luego de su padre, canalizando todo su talento hacia las personas que más quiere, lo que demuestra la sólida formación valórica que le han entregado sus padres y su abuelo.

El otro gran momento es el reencuentro con una amiga de la infancia, Isabel (Tamara Scarpellini), seis años mayor que él, a la cual nunca ha olvidado y de la que se declara profundamente enamorado. La espontaneidad con que la aborda anuncian la definitiva recuperación de su libertad, la que se expresará en el desenlace, con un emotivo concierto de piano, que ofrecerá junto a una orquesta, a teatro lleno y totalmente rendido a su genio, el que puede vivir gozosamente.


Alvaro Inostroza Bidart

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