La adaptación de una novela conocida al cine no es tarea fácil, ya que son inevitables diversos juicios comparativos entre ambas obras; por eso que muchos grandes cineastas que han trabajado la adaptación, ya sea de novelas, cuentos u obra teatrales, prefieren trabajar con piezas literarias que no tengan tanto renombre, para que la empresa no resulte a priori tan cuesta arriba.
Responder a la pregunta ¿es mejor la novela o la película? Y salvar la valla, aunque se trate de lenguaje distintos no es nada fácil para una cinta. Por otro lado, salvar la segunda e inevitable cuestión de si la película logra preservar lo esencial de la obra literaria también es un objetivo no menor; ya que sin lugar a dudas lo fundamental de una adaptación cinematográfica es la fidelidad de ésta en relación a la pieza original; de otro modo no se justifica trabajar con un texto anterior.
Desde esta perspectiva, “Viaje al Centro de la Tierra” (2008), ópera prima dirigida por el estadounidense Eric Brevig, adaptación de la novela homónima del escritor francés Julio Verne, publicada en 1864, no aprueba ninguna de las dos preguntas señaladas anteriormente y se queda en el nivel de una cinta de aventuras, con buenos efectos especiales; que por supuesto no está a la altura de la novela original y que tampoco lograr captar el asombro que produjo en pleno siglo XIX la publicación de la segunda novela de uno de los padres de la ciencia ficción, que hasta el día de hoy mantiene importantes adeptos con sus teorías, conocidos como los vernianos.
Lo de los efectos especiales no es de extrañar, ya que Brevig antes había trabajado precisamente en esta área técnica en cintas como “El Abismo “ de James Cameron, “Wolf” de Mike Nichols, “Hombres de Negro” y “Jim West” de Barry Sonnenfeld, “Señales” y “La Aldea” de M. Night Shyamalan, “Peral Harbor” y “La Isla” de Michael Bay, “Ojos de Serpiente” de Brian de Palma y “Hook” de Steven Spielberg, entre otras; lo que demuestra su alta capacidad en esta materia.
En relación a la fidelidad con la novela, las razones del fracaso radican en dos cuestiones importantes: el casting y el énfasis del guión. La elección de Brendan Fraser en el rol protagónico del profesor Trevor Andersson, que se explica porque el actor fue productor ejecutivo, fue sin duda un error; ya que Fraser no es un actor serio y, a pesar de que intenta interpretar a un científico que cree que el centro de la tierra está poblado y con características únicas, no pudo evitar del todo los guiños exagerados a los que nos tiene acostumbrado en las cintas de burdo humor en las que participa regularmente, como “La Momia 3” actualmente en cartelera. Los otros dos actores protagónicos, Josh Hutcherson (que encarna a su sobrino Sean) y Anita Briem, (que interpreta a la guía de montaña Hannah Asgeirsson) superan la prueba con bastante autoridad.
En el caso del guión, el principal problema es que una vez que llegan al centro de la tierra, y comprueban las tesis de los vernianos, se preocupan más de arrancar del lugar y no muestran ni pizca de asombro de encontrarse con animales prehistóricos, plantas carnívoras gigantes, extraños fenómenos de magnetismo y mares a miles de kilómetros de profundidad, perdiendo el foco en aquello que transformó las novelas de Verne en la base de la ciencia ficción, considerada más seria y adelantada a su época.
Alvaro Inostroza Bidart
Responder a la pregunta ¿es mejor la novela o la película? Y salvar la valla, aunque se trate de lenguaje distintos no es nada fácil para una cinta. Por otro lado, salvar la segunda e inevitable cuestión de si la película logra preservar lo esencial de la obra literaria también es un objetivo no menor; ya que sin lugar a dudas lo fundamental de una adaptación cinematográfica es la fidelidad de ésta en relación a la pieza original; de otro modo no se justifica trabajar con un texto anterior.
Desde esta perspectiva, “Viaje al Centro de la Tierra” (2008), ópera prima dirigida por el estadounidense Eric Brevig, adaptación de la novela homónima del escritor francés Julio Verne, publicada en 1864, no aprueba ninguna de las dos preguntas señaladas anteriormente y se queda en el nivel de una cinta de aventuras, con buenos efectos especiales; que por supuesto no está a la altura de la novela original y que tampoco lograr captar el asombro que produjo en pleno siglo XIX la publicación de la segunda novela de uno de los padres de la ciencia ficción, que hasta el día de hoy mantiene importantes adeptos con sus teorías, conocidos como los vernianos.
Lo de los efectos especiales no es de extrañar, ya que Brevig antes había trabajado precisamente en esta área técnica en cintas como “El Abismo “ de James Cameron, “Wolf” de Mike Nichols, “Hombres de Negro” y “Jim West” de Barry Sonnenfeld, “Señales” y “La Aldea” de M. Night Shyamalan, “Peral Harbor” y “La Isla” de Michael Bay, “Ojos de Serpiente” de Brian de Palma y “Hook” de Steven Spielberg, entre otras; lo que demuestra su alta capacidad en esta materia.
En relación a la fidelidad con la novela, las razones del fracaso radican en dos cuestiones importantes: el casting y el énfasis del guión. La elección de Brendan Fraser en el rol protagónico del profesor Trevor Andersson, que se explica porque el actor fue productor ejecutivo, fue sin duda un error; ya que Fraser no es un actor serio y, a pesar de que intenta interpretar a un científico que cree que el centro de la tierra está poblado y con características únicas, no pudo evitar del todo los guiños exagerados a los que nos tiene acostumbrado en las cintas de burdo humor en las que participa regularmente, como “La Momia 3” actualmente en cartelera. Los otros dos actores protagónicos, Josh Hutcherson (que encarna a su sobrino Sean) y Anita Briem, (que interpreta a la guía de montaña Hannah Asgeirsson) superan la prueba con bastante autoridad.
En el caso del guión, el principal problema es que una vez que llegan al centro de la tierra, y comprueban las tesis de los vernianos, se preocupan más de arrancar del lugar y no muestran ni pizca de asombro de encontrarse con animales prehistóricos, plantas carnívoras gigantes, extraños fenómenos de magnetismo y mares a miles de kilómetros de profundidad, perdiendo el foco en aquello que transformó las novelas de Verne en la base de la ciencia ficción, considerada más seria y adelantada a su época.
Alvaro Inostroza Bidart
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